El ritmo del éxito (2000)

“El ritmo del éxito”, o “Salto a la fama” como se conoce en España, es una película que, a pesar de no ostentar un elenco de estrellas, logró un impacto cultural considerable en su momento, convirtiéndose en un fenómeno en los videoclubes de finales de los 90 y principios de los 2000. La película nos presenta la intensa competencia para ser admitidos en el prestigioso American Ballet Theater de Nueva York, un escenario que, en sí mismo, es suficientemente atractivo para cautivar al espectador. Sin embargo, el verdadero valor de la cinta reside en la forma en que aborda la lucha por el sueño americano, envuelto en las exigencias implacables del mundo del ballet.

La dirección de Joan Fontaine es funcional, casi quirúrgica. No busca la grandilocuencia ni el virtuosismo visual, sino que se centra en los pequeños detalles: la tensión en los rostros de los jóvenes bailarines, la disciplina rigurosa de los entrenamientos, la meticulosidad de cada paso. Fontaine logra transmitir de manera efectiva la atmósfera claustrofóbica del programa, donde la belleza y la perfección son sinónimo de sacrificio y dolor. La película no se deja llevar por la sentimentalidad fácil, aunque la historia sí que se construye sobre las emociones crudas de la ambición, la frustración y el miedo al fracaso.

Las actuaciones son sólidas, aunque nada particularmente llamativo. El elenco de jóvenes bailarines, compuesto por rostros relativamente desconocidos en la época, ofrece una credibilidad notable. Se percibe el peso de la presión y el nerviosismo en cada toma, y la dedicación evidente en sus movimientos. Kate Magowan, en el papel de la protagonista, es especialmente convincente, transmitiendo la vulnerabilidad y la determinación de una joven que se aferra a su sueño con una tenacidad admirable. La química entre los personajes, aunque no siempre dramática, contribuye a generar una sensación de comunidad y de apoyo mutuo entre los aspirantes al ballet.

El guion, escrito por el dúo Christopher Massenburg y Joel Cohen, es quizás el punto más débil de la película. Si bien la premisa es interesante y la idea de la competencia despierta el interés, la trama se siente a veces predecible y carente de profundidad. Se recurre a algunos clichés del género, como el triángulo amoroso, el mentor sabio y el villano implacable, aunque estos elementos se manejan con relativa sutileza. Sin embargo, la película logra evocar las tensiones internas de sus personajes, abordando temas como la identidad, el racismo y las expectativas sociales, aunque sin profundizar en ellos. La película no se propone como una crítica social, sino más bien como una historia de superación personal, centrada en la búsqueda de un sueño.

En definitiva, “El ritmo del éxito” es una película entretenida y accesible, que cumple su cometido de ofrecer una mirada a la exigente vida de un bailarín de ballet. Aunque su guion no destaca, su puesta en escena, las actuaciones honestas y la capacidad de evocar la atmósfera competitiva del mundo del ballet son suficientes para mantener la atención del espectador. Es una historia sobre el precio del éxito, y sobre la fuerza que se necesita para perseguir tus sueños, incluso cuando estos implican sacrificio y dolor.

Nota: 7/10