El rito (2011)

“El Rito” (The Rite) de Mike Flanagan es una experiencia cinematográfica inquietante y, a veces, profundamente perturbadora. Aunque no llega a ser una obra maestra, el film logra construir una atmósfera de suspense opresiva que permanece contigo mucho después de que los créditos finales ruedan. La película se erige como un estudio de la fe, la duda y el miedo primordial, aprovechando al máximo su premisa: un joven académico, Michael Kovak (Colin O’Donoghue), es enviado al Vaticano para aprender sobre los exorcismos, una decisión que lo sumerge en un mundo de secretos oscuros y peligros sobrenaturales.

Flanagan, conocido por su habilidad para crear terror psicológico, despliega con maestría una sensación de incomodidad desde el principio. La fotografía, con su uso de colores apagados y sombras alargadas, contribuye enormemente a esta atmósfera. No se trata de efectos especiales ostentosos o jumpscares constantes, sino de una construcción gradual del terror, enfocándose en el horror interior de Michael, su creciente paranoia y la desintegración de su comprensión de la fe. La película se concentra en el proceso de conversión de Michael, desde su inicial incredulidad hasta su confrontación con lo demoníaco, y el viaje de O’Donoghue como actor es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Su interpretación es sutil y convincente, transmitiendo la lucha interna del personaje con una autenticidad que eleva el nivel de la narrativa.

La dirección de Hopkins, interpretando al Padre Luke, es particular. No es el sacerdote tradicional, el guía benévolo que nos ofrece respuestas fáciles. En cambio, es un hombre cínico y desilusionado, que le muestra a Michael el lado oscuro de la Iglesia y la naturaleza retorcida del mal. Su relación, inicial de mentor y aprendiz, evoluciona hacia un complejo entendimiento basado en la supervivencia. La película no rehúye a veces de ser cruda, y algunas escenas, especialmente las que involucran el exorcismo, son visualmente impactantes y, para algunos, perturbadoras. Sin embargo, estas no son gratuitas; están justificados por la búsqueda de la verdad y la vulnerabilidad de Michael.

Aunque el argumento es relativamente sencillo y carece de la profundidad temática que podría haberle añadido, el guion, escrito por Flanagan y Peter Brennan, es sólido en su desarrollo de personajes y en la construcción del suspense. Se centra en los personajes, explorando sus motivaciones y sus miedos. La tensión subyacente y la ambigüedad moral que impregna la película son elementos clave. No ofrece respuestas fáciles; simplemente presenta una situación ineludible, dejando al espectador contemplar las consecuencias de la fe y la duda. La película no intenta ser una defensa de la religión, ni tampoco una negación; simplemente la examina desde una perspectiva poco convencional.

En definitiva, “El Rito” es una película que se queda en la memoria. Es una historia de terror espiritual bien hecha, que se basa en la atmósfera, el suspense y las interpretaciones convincentes. Aunque su ambigüedad puede ser frustrante para algunos, su capacidad para generar inquietud y sus temas de fe y duda la convierten en una experiencia cinematográfica memorable. No es un terror para todos, pero para aquellos que aprecien el género y la exploración de temas complejos, “El Rito” es una película que vale la pena ver.

Nota: 7/10