El robobo de la jojoya (1991)

“El robobo de la jojoya” (1986) de Jesús Franco no es simplemente una comedia de acción pulp con elementos de artes marciales, sino una película que, con un presupuesto evidentemente limitado, logra una sorprendente dosis de encanto y peculiaridad. La película, que a menudo se la considera un clásico involuntario de la cultura pop mexicana, se erige como un ejercicio de imaginación frenética y una celebración de la ineptitud heroica, algo que la ha llevado a ser adorada por una legión de fanáticos.

La dirección de Franco es, en el mejor de los casos, oportunista. Se sirve de un estilo visual tosco y a menudo caótico para crear una atmósfera de caos y confusión que se ajusta perfectamente a la trama absurda. La película se basa en la improvisación y el 'mestizaje' de influencias, robando elementos de las películas de kung fu de Hong Kong, las comedias de gángsters y las películas de detectives de Hollywood. No es una dirección pulida, pero hay una energía cruda y un evidente espíritu de diversión que traspasa las limitaciones técnicas. El uso repetitivo de planos generales y planos medios, junto con la iluminación poco favorecedora, contribuye a la sensación de un rodaje improvisado, lo que añade al encanto particular de la película. Franco no se toma en serio lo que está haciendo, y esa honestidad es uno de los puntos fuertes de la obra.

Las actuaciones son, sin duda, memorables. Carlos "La Mama" Osorio, en el papel de "El Mama", es un antihéroe torpe pero entrañable. Su personaje es la encarnación de la ineptitud heroica, un hombre que no tiene ni idea de lo que está haciendo pero que, de alguna manera, siempre logra meterse en líos. Su diálogo, a menudo absurdo y repleto de clichés, es un pilar fundamental del éxito de la película. La química entre La Mama y Ricardo Acuña (como "El Loco") es excelente, creando un dúo cómico que funciona a la perfección. Los secundarios, con interpretaciones exageradas y expresivas, también contribuyen al ambiente general de locura y caos. Sin embargo, si bien la actuación de la mayoría es buena, algunos momentos palidecen, sobre todo en las escenas de acción, que se ven perjudicadas por la falta de recursos técnicos.

El guion, escrito por Franco mismo, es lo que verdaderamente distingue a "El robobo de la jojoya". Se basa en una estructura narrativa simple pero efectiva, llena de giros inesperados y situaciones cómicas. La trama, aunque predecible en su esencia, se desarrolla a un ritmo frenético, manteniendo al espectador en un estado constante de sorpresa. El diálogo, lleno de referencias a películas clásicas y frases absurdas, es un elemento clave del humor de la película. La idea de un robo a una joya en una sala de exposiciones, mezclada con una refriega con un policía muerto y un ladrón que cae accidentalmente sobre un fiambre, es inherentemente graciosa y marca un punto de inflexión en la trama. Es una obra maestra de la improvisación y la ruptura de convenciones, donde lo absurdo se convierte en algo atractivo y memorable.

En definitiva, "El robobo de la jojoya" es una película que, a pesar de sus limitaciones técnicas y su estilo visual tosco, logra cautivar al espectador con su humor irreverente, sus personajes memorables y su espíritu de improvisación. Es una joya, a su manera, que merece la pena descubrir para aquellos que buscan algo diferente a la comedia de acción convencional.

Nota: 7/10