El Sacramento del Diablo (2023)

“El Sacramento del Diablo” es, en su esencia, una película que se aferra a la atmósfera y a la tensión psicológica, pero que, a pesar de ello, no logra alcanzar la grandeza que su premisa sugiere. Dirigida por Ben Harding, la película se presenta como una sombría y lenta inmersión en un mundo de secretos religiosos, sospechas y paranoia. La historia de Grace, atormentada por la muerte de su hermano, un sacerdote, y la desconfianza en la explicación oficial, es un punto de partida interesante, aunque la ejecución le falta matices.

La dirección de Harding se distingue por una meticulosa recreación de la ambientación. El paisaje escocés, brumoso y desolado, es un personaje en sí mismo, intensificando la sensación de aislamiento y amenaza. La fotografía, en gran parte, es sombría y fría, acentuando el horror que se vislumbra. Sin embargo, esta atención al detalle, aunque efectiva, a veces se convierte en una sobrecarga visual, ralentizando el ritmo de la película y restando dinamismo. Hay momentos, particularmente en las escenas nocturnas dentro del convento, donde el uso de la luz y la sombra es particularmente potente, pero la dirección no siempre sabe cómo maximizar su impacto narrativo.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Saoirse Ronan, en el papel de Grace, ofrece una interpretación convincente, transmitiendo la desesperación y la creciente desconfianza de su personaje con una sutileza admirable. Su mirada, a menudo llena de preguntas sin respuesta, es fundamental para el desarrollo de la trama. El resto del elenco secundario, interpretado por actores de talento, contribuye a la atmósfera inquietante, aunque sus personajes a veces carecen de profundidad y se limitan a actuar como peones en el juego de la sospecha. Se nota, en algunos casos, una falta de desarrollo de algunos personajes, reduciéndoles a meros sospechosos.

El guion, sin embargo, es donde la película más decepciona. Si bien la premisa es intrigante y el planteamiento, inicialmente, prometedor, la narrativa se arrastra y se pierde en detalles innecesarios. El ritmo deliberadamente lento, aunque busca crear tensión, termina por convertirse en tedio. Las revelaciones, cuando finalmente llegan, son sorprendentemente poco impactantes y el misterio central, en lugar de ser desmantelado con eficacia, se resuelve de una manera predecible. Hay diálogos forzados que interrumpen el flujo natural de la historia, y una complejidad argumental que, en lugar de añadir interés, genera confusión. La película se centra demasiado en las sospechas y los detalles de la investigación, sacrificando, por tanto, el desarrollo de las motivaciones de los personajes y la exploración de las cuestiones morales subyacentes.

En definitiva, “El Sacramento del Diablo” es una película con potencial desaprovechado. Ofrece una atmósfera evocadora y actuaciones decentes, pero su guion débil y su ritmo excesivamente lento la convierten en una experiencia decepcionante para aquellos que buscan un thriller psicológico con sustancia. Es un ejercicio de estilo sobre una historia que, en última instancia, no tiene la fuerza para llegar a su destino.

Nota: 6/10