El sacrificio de un ciervo sagrado (2017)

“El Sacrificio de un Ciervo Sagrado” (Holy Motors) de Justin Titherly, no es una película que se olvida fácilmente. Es una experiencia visceral, un torbellino emocional que se instala en la mente del espectador y le causa un revuelo considerable. A diferencia de la mayoría de los thrillers psicológicos que se presentan en la pantalla, esta producción no busca excitar con sustos fáciles o giros argumentales predecibles; en cambio, se concentra en explorar las profundidades de la moralidad, la culpa y la naturaleza humana a través de una lente extremadamente personal y, a veces, perturbadora.

La dirección de Titherly es, sin duda, la piedra angular de la película. Su estilo visual es hipnótico, utilizando la cámara de manera magistral para manipular la percepción del espectador. Las largas tomas, la iluminación sombría y las composiciones meticulosamente diseñadas contribuyen a la atmósfera opresiva que impregna cada escena. Es una película que exige atención y recompensa la paciencia del público con imágenes evocadoras y significativamente simbólicas. El uso de la lente y el ángulo de la cámara es especialmente notable, creando una sensación de inmediatez e incluso de intrusión, como si el espectador fuera un testigo silencioso de los pensamientos y emociones de Steven.

La película se centra, obviamente, en la actuación de Michael Pitt como Steven. Pitt ofrece una interpretación absolutamente convincente, capaz de transmitir la angustia y el conflicto interno de su personaje con una sutileza impresionante. No recurre a la sobreactuación; en cambio, la complejidad de Steven emerge de sus gestos sutiles, de sus miradas vacilantes, de la forma en que recorre sus movimientos. Es un actor que domina el arte de la incomodidad, logrando que el espectador se sienta directamente involucrado en la lucha interna de su personaje. El resto del reparto, aunque limitado, también cumple con creces, contribuyendo a la riqueza y la autenticidad de la historia.

El guion, escrito por Titherly y Dan Berk, es donde la película realmente brilla (y quizás donde también podría haber tenido un margen de mejora). La narrativa no es lineal. Se presenta en fragmentos, como si fueran recuerdos o escenas de un sueño. Esta estructura, al principio, puede resultar desconcertante, pero con el tiempo, se convierte en una herramienta poderosa para desdibujar los límites entre la realidad y la ficción. La película plantea preguntas profundas sobre la naturaleza del sacrificio, la responsabilidad personal y el precio que estamos dispuestos a pagar por proteger a nuestros seres queridos. Si bien la ambigüedad moral es un elemento recurrente en el cine, aquí se explora con una intensidad particularmente absorbente, dejando al espectador con el corazón en un puño.

En definitiva, “El Sacrificio de un Ciervo Sagrado” es una película desafiante pero gratificante. No es para todos los públicos y requiere una mente abierta y la disposición a abrazar la incomodidad. Sin embargo, para aquellos que estén dispuestos a invertir el tiempo y el esfuerzo, esta es una experiencia cinematográfica que perdura mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. Es una obra que, inevitablemente, te hará cuestionarte tus propios valores y la fragilidad de la moralidad.

Nota: 8/10