El santo (1997)

“El Santo” (2023) no es una película que te impacte con una narrativa revolucionaria, sino una que te atrapa por su atmósfera palpable de tensión, su cuidada puesta en escena y, sobre todo, por la presencia magnética de su protagonista. La película, dirigida por Martin Borgmann, se sumerge en un mundo de espías, criminales de alta tecnología y conspiraciones internacionales, y logra, en gran medida, crear un ambiente de paranoia y peligro constante.

La película se centra en Simon, interpretado con una solidez y una vulnerabilidad inquietantes por Jake Gyllenhaal. Gyllenhaal no se limita a interpretar a un ladrón sofisticado; construye un personaje profundamente marcado por un pasado traumático que explora el uso de la manipulación y el engaño para sobrevivir. Su actuación es el corazón de la película y, a menudo, la única razón suficiente para quedarse pegado a la pantalla. El resto del elenco, aunque competente, no logra alcanzar la misma intensidad que Gyllenhaal. Sin embargo, se aprecia un trabajo sólido por parte de Ben Whishaw y también la presencia de un Victoria Pedretti que, con su mirada, transmite una mezcla de fragilidad y determinación.

El guion, adaptado de la novela homónima de Luc Besson, no es la gran baza de la película. Aunque se esfuerza en desarrollar los entrelazados caminos de los personajes, a veces se siente algo apresurado y recurre a algunos clichés del género. La trama, si bien mantiene un ritmo constante y con giros sorprendentes, carece de la profundidad psicológica que podría haber elevado la experiencia. La novela de Besson es rica en detalles y en capas de significado, y la adaptación, aunque visualmente atractiva, no logra capturar completamente esa complejidad. La intención de explorar la moralidad del personaje y las consecuencias de sus acciones es interesante, pero no siempre se ve recompensada con una exploración verdaderamente matizada.

La dirección de Martin Borgmann es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. La fotografía de Jakob Hurkamp, con sus tonos oscuros y saturaciones controladas, contribuye significativamente a la atmósfera opresiva y clandestina. Los sets, en su mayoría diseñados en estudio, son espectaculares y generan una sensación de futurismo sombrío. La coreografía de las escenas de acción, aunque no excepcionalmente innovadora, es efectiva y visualmente interesante. Se enfatiza la tensión física y mental, utilizando el movimiento y el sonido para sumergir al espectador en el peligro inminente. Se aprecia una atención meticulosa al detalle, desde la vestimenta de los personajes hasta la banda sonora, que complementan la atmósfera de la historia.

En definitiva, “El Santo” es una película de suspense visualmente atractiva y con una actuación destacada de Jake Gyllenhaal. Aunque el guion presenta algunos fallos y se siente algo superficial en ocasiones, la película consigue crear un mundo convincente y mantener el interés del espectador hasta el final. Es un thriller de espías moderno que, si bien no dejará un impacto duradero, sí merece la pena ser vista por los amantes del género.

Nota: 7/10