“El sastre de Panamá” es una película que, aunque no alcanza la altura de thrillers de espionaje clásicos, ofrece una intrigante y, en ocasiones, inquietante mirada al submundo político y criminal de Panamá durante la Guerra Fría. Dirigida por John Boorman, la película logra crear una atmósfera de tensa incomodidad, gracias en gran parte a la dirección de arte y la fotografía, que evocan la humedad y el lujo decadente de la ciudad. La película se siente visceral, como si estuvieras sintiendo el calor y la opulencia de una época, y está lejos de caer en clichés del género.
La actuación de Pierce Brosnan en el papel de Andy Osnard es convincente, aunque no del todo deslumbrante. Brosnan ofrece una interpretación más contemplativa y melancólica que la de un héroe de acción convencional. Lo que sí logra es transmitir la soledad y la desorientación de un hombre atrapado en una red de mentiras y traiciones. Sin embargo, el guion, adaptado de la novela de Robert Ludlum, carece de la audacia y la complejidad psicológica que caracterizaban las historias del autor. Las situaciones a veces parecen forzadas y los diálogos, por momentos, resultan un tanto artificiosos. No obstante, el desarrollo de la trama, aunque lento, se construye con cuidado, presentando personajes complejos y moralmente ambiguos.
La película se centra en el personaje de Silas, interpretado magistralmente por Peter Sellers. Sellers, en una de sus últimas y más memorables actuaciones, da vida a un sastre de Panamá con una historia turbia, un pasado lleno de secretos y una conexión innegable con las figuras más poderosas del país. Su Silas es un personaje fascinante, un maestro manipulador que se mueve con facilidad en los círculos más oscuros de la política panameña. La química entre Sellers y Brosnan es uno de los puntos fuertes de la película, impulsando el desarrollo de la intriga y la tensión. La relación entre ambos, que evoluciona desde la desconfianza inicial hasta una alianza improbable, es el corazón palpitante del drama.
El guion, si bien carece de la agilidad de un thriller moderno, se beneficia de un enfoque en las consecuencias de la ambición, la corrupción y la traición. La película explora temas como la manipulación del poder, la fragilidad de las alianzas y el precio de la verdad. Además, ofrece una visión interesante de la historia de Panamá durante un período crucial de su desarrollo. La película no busca glorificar el espionaje, sino mostrarlo como una actividad moralmente cuestionable, con consecuencias devastadoras para todos los involucrados. La ambientación es impecable, trasladándonos a un Panamá real, con sus edificios imponentes, sus calles húmedas y su atmósfera cargada de secretos.
A pesar de sus defectos, “El sastre de Panamá” es una película recomendable, especialmente para aquellos interesados en thrillers de intriga con un toque de suspense político. Es un ejercicio de cine inteligente, aunque no siempre brillante, que permite al espectador reflexionar sobre la naturaleza del poder y las decisiones que tomamos cuando nos enfrentamos a la tentación.
Nota: 7/10