El secreto de la pirámide (1985)

“El Secreto de la Pirámide” no es, precisamente, una revolución en la filmografía de Guy Ritchie. Más bien, se presenta como una reinterpretación del icónico detective de Arthur Conan Doyle, pero con un toque de la estilizada y frenética dirección del propio director. La película, estrenada en 2008, se aferra a la atmósfera gótica y a los escenarios opulentos que la novela de Arthur Conan Doyle tanto caracterizaba, trasladándolos a una Londres de principios del siglo XX sumida en el misterio y la paranoia. Ritchie, en su habitual búsqueda de ritmo y energía, crea una experiencia visualmente impactante, donde los movimientos de cámara son intrincados y las persecuciones, aunque a veces forzadas, resultan entretenidas.

Robert Downey Jr., en el papel de Sherlock Holmes, ofrece una interpretación que ha sido objeto de debate. Si bien su energía y carisma son innegables y su Holmes es, sin duda, un personaje memorizable, se aleja un tanto del Holmes meticuloso y deductivo que conocemos. Su Holmes es más impulsivo, incluso impulsado por un temperamento explosivo, lo que puede resultar familiar para los espectadores que disfrutan de su versión en las películas de Marvel. Jude Law, como John Watson, proporciona un contrapunto más sereno y, en general, ofrece una actuación sólida, aunque su personaje a veces se siente relegado a un papel secundario en la trama principal. La química entre Downey Jr. y Law es, sin embargo, palpable y contribuye a la dinámica del equipo de detectives.

El guion, bajo la pluma de Steven Knight, presenta un caso que, si bien se nutre de los elementos clásicos del género detectivesco –un asesinato en serie, pistas ocultas, un villano misterioso–, no logra alcanzar la profundidad y la complejidad que podríamos haber esperado. La trama, aunque efectiva para mantener al espectador enganchado, se resuelve de una manera un tanto predecible, y algunos giros argumentales no son tan sorprendentes como se pretende. La película se enfoca más en el espectáculo visual y la acción que en el desarrollo del misterio en sí, aunque el uso de la pirámide como elemento central (y, obviamente, como un elemento de intriga) es una idea interesante, aunque quizás demasiado recurrente.

A pesar de sus fallos, “El Secreto de la Pirámide” goza de un considerable atractivo. La dirección de Ritchie, la fotografía evocadora, y las interpretaciones (especialmente la de Downey Jr.) son elementos que compensan, en parte, las debilidades del guion. El vestuario, la música y el diseño de producción, todos ellos impecables, contribuyen a crear una atmósfera que transporta al espectador a una Londres llena de secretos oscuros. No es una obra maestra, ni mucho menos, pero sí una película que, gracias a su ritmo frenético y a su estética particular, puede resultar entretenida para aquellos que buscan una alternativa al género detectivesco clásico, especialmente para los aficionados al estilo de Ritchie. Es, en esencia, una aventura de detectives estilizada, y como tal, merece la pena considerarla como una experiencia visualmente estimulante, aunque no necesariamente intelectualmente profunda.

Nota: 6/10