El seductor (1971)

“El Sedutor” (The Outlaw Josey Wales), de Sergio Leone, es una película que se resiste a ser simplemente un western, y eso, para mi gusto, es su mayor fortaleza. Leone, a pesar de la aparente simplicidad de la premisa – un soldado confederado, John McBurney, transformado en un espectro de venganza tras la Guerra Civil – nos entrega un relato complejo sobre la moral, la supervivencia y la naturaleza del mal. No se trata de un héroe tradicional, sino de un hombre corrompido por el trauma y la necesidad, un personaje profundamente humano a pesar de sus acciones.

Clint Eastwood, en un papel que parece estar escrito para él, entrega una actuación magistral. Su McBurney no es un comodín, sino un hombre que se desmorona poco a poco, a medida que la locura se instala en él. La sutileza de su interpretación es clave; la mirada cansada, la mueca de dolor, la posesión del rostro cuando la furia lo domina... Eastwood no recita, sino que *es* McBurney, transmitiendo con cada gesto y cada silencio la amargura y la desesperación que lo consumen. La química con Joanne Woodward, interpretando a la matriarca que inicialmente lo rechaza pero que luego se convierte en su apoyo, es notablemente sutil pero efectiva.

La dirección de Leone es impecable, como siempre. La fotografía en blanco y negro de Giuseppe Rotaro es un festín visual, con planos largos y estáticos que reflejan la dureza del paisaje y la inmovilidad de McBurney. El ritmo es deliberado, permitiendo que la tensión se acumule lentamente. Leone no se apresura a mostrar los detalles de la violencia; en cambio, se centra en las consecuencias psicológicas y sociales de las acciones de McBurney. La banda sonora de Ennio Morricone, con su emblemática melodía, es fundamental para crear la atmósfera melancólica y opresiva de la película. No es una banda sonora de acción explosiva, sino una que impregna la pantalla con la sensación de pérdida, soledad y conflicto moral.

El guion, adaptado de la novela de Robert Pennick, no se adhiere a las convenciones del género western. La película se centra menos en la acción y la persecución, y más en la evolución psicológica de McBurney y en las relaciones conflictivas que desarrolla. La película plantea preguntas sobre la naturaleza de la justicia, la venganza y la capacidad del hombre para redimirse. Aunque la trama puede resultar algo lineal y predecible en algunos momentos, el tratamiento de los personajes y la atmósfera general superan con creces sus defectos. La representación de la Guerra Civil no es un desfile de batallas, sino la experiencia vivida a través de las consecuencias que esta guerra genera en el corazón de un hombre.

Nota: 8.5/10