“El sexto sentido” es una película que se ha consolidado como un clásico del cine independiente, y con justa razón. Más allá de ser una película de terror psicológico, es una exploración profunda sobre el duelo, la pérdida, la empatía y la necesidad humana de conexión, envuelta en una atmósfera de inquietud palpable y una dirección magistral. M. Night Shyamalan logra, en esta primera entrega de su trilogía del "susto", algo que pocos cineastas logran: una película que te hace sentir, que te hace reflexionar y que te perturba mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.
La historia de Cole Sear, interpretado con una vulnerabilidad conmovedora por Haley Joel Osment, es la base de una premisa inquietante pero también intrínsecamente humana. Osment, a pesar de su corta edad, entrega una actuación natural y convincente, transmitiendo la confusión y el miedo de un niño que se siente diferente, que percibe algo que nadie más puede ver. La evolución de su personaje, a medida que se abre al mundo de los espíritus, es el corazón de la película. La dirección de Shyamalan se centra en este viaje emocional, priorizando la inmersión del espectador en la psique del niño. Las escenas con Crowe, interpretado por Tommy Lee Jones, son particularmente intensas, ya que la conexión entre ambos personajes, marcada por la frustración y la compasión, es fundamental para el desarrollo de la trama.
Jones, como director, demuestra un dominio absoluto del suspense. No recurre a jumpscares baratos o a la exageración. El terror se construye de manera gradual, a través de la atmósfera, la fotografía sombría, la banda sonora melancólica y los pequeños detalles que sugieren la presencia de lo sobrenatural. El uso del color, especialmente el verde característico de los fantasmas, contribuye significativamente a la sensación de malestar. Sin embargo, lo que realmente eleva la película es la forma en que Shyamalan explora el tema del duelo. Crowe, consumido por la culpa por no haber podido ayudar a su anterior paciente, se encuentra con la oportunidad de redimirse al intentar comprender y, en cierto modo, consolar a Cole. Jones explora la idea del "susto" no solo como un fenómeno paranormal, sino como una manifestación del dolor no resuelto. La película plantea preguntas sobre la responsabilidad, la empatía y la inevitabilidad del pasado.
La película no está exenta de algunas fallas. Algunos diálogos pueden resultar un tanto artificiosos y la trama, en su núcleo, es relativamente sencilla. No obstante, la fuerza de la dirección, las actuaciones memorables y la exploración emocional que ofrece la película superan con creces cualquier debilidad. “El sexto sentido” es un testimonio de cómo el terror puede ser una herramienta poderosa para abordar temas complejos y resonantes, ofreciendo una reflexión sobre la condición humana que perdura mucho después de que la película haya terminado.
Nota: 8/10