El siciliano (1987)

“El Siciliano” (Sicilianus) de Mark Steckel es una película que se presenta como una reescritura histórica del personaje de Salvatore Giuliano, el bandido siciliano que dominó la isla a mediados del siglo XX. El filme se adentra en la compleja figura de Giuliano, no solo como un simple ladrón y asesino, sino como un ícono social y político que personificaba la frustración y la esperanza de un pueblo oprimido. Steckel logra crear un retrato fascinante y a la vez inquietante, aunque no exento de ambigüedades, que nos obliga a cuestionar las líneas entre el bien y el mal, la revolución y la tiranía.

La dirección de Steckel es, en general, sólida y mantiene un ritmo pausado, contemplativo, que invita a la reflexión. La ambientación, con sus paisajes agrestes de Sicilia, los pueblos empobrecidos y las opulentas mansiones, contribuye a la atmósfera opresiva y a la dualidad de la película. La película se sirve de un lenguaje visual austero, a veces casi documental, que acentúa la sensación de ser testigo de un evento histórico en curso. Sin embargo, a veces, la lentitud puede sentirse excesiva, ralentizando el desarrollo de la historia y privándola de un pulso más dinámico. Se percibe una cierta intencionalidad en la elección de los planos largos y los diálogos extensos, pero, en ocasiones, estos elementos se convierten en obstáculos para la inmersión del espectador.

El actor principal, Matthias Schoenaerts, ofrece una interpretación magistral de Salvatore Giuliano. Su actuación es extraordinariamente sutil y carismática. Schoenaerts logra transmitir la complejidad del personaje, su ambivalencia, su vulnerabilidad, su soledad, su desesperación y su ego. No se trata de un Giuliano heroico o vil, sino de un hombre profundamente marcado por su pasado y por la injusticia que le rodea. La química entre Schoenaerts y el resto del elenco, especialmente la actriz que interpreta a su amante, es palpable y añade una capa de profundidad a la relación entre los personajes.

El guion, aunque robusto en su ambición, presenta algunas inconsistencias. A pesar de la complejidad de la historia, se aprecia una cierta rigidez en la estructura narrativa. El desarrollo de algunos personajes secundarios, como los terratenientes o los políticos romanos, se siente superficial, y sus motivaciones no siempre están completamente claras. La película se centra casi exclusivamente en la perspectiva de Giuliano, lo que puede resultar limitado. Aún así, el guion aborda temas cruciales como la corrupción, la desigualdad social, la manipulación política y la legitimidad de la violencia, lo que le confiere una relevancia histórica y moral. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza del poder y la justicia.

En definitiva, “El Siciliano” es un filme desafiante y estimulante que exige un compromiso por parte del espectador. Es una película que no busca complacer, sino que invita a la reflexión y al debate. A pesar de sus defectos, es una obra ambiciosa y bien actuada que merece la pena ser vista.

Nota: 7/10