El silencio del agua (Only the River Flows) (2023)

“El Silencio del Agua” (Only the River Flows) no es una película que se deja ver fácilmente. Es una sonda psicológica, lenta y a veces incómoda, que se adentra en las profundidades del alma rural china y, por extensión, en la complejidad de las relaciones humanas. Dirigida con una sensibilidad palpable por Chen Kaige, la película se aleja de los thrillers policíacos convencionales y se construye como un estudio de personajes y, sobre todo, de sus secretos. La elección del escenario, la ciudad de Banpo, un microcosmos de tradiciones arraigadas y expectativas sociales, es fundamental para el tono y la atmósfera que se establece desde el principio.

La dirección de Chen Kaige es magistral, pero no se limita a la mera puesta en escena. Su uso de la fotografía es excepcional. La paleta de colores, dominada por el verde del río y el ocre de la tierra, transmite una sensación de melancolía y de arraigo profundo. Las composiciones visuales, a menudo centradas en los rostros y las manos de los personajes, sugieren mucho más de lo que dicen. La película se beneficia enormemente de la fotografía de Shih Chih-ping, quien consigue evocar la belleza austera y la crudeza de la vida en las afueras de China, mientras que el trabajo del editor de sonido, Paul Goldsack, es igualmente notorio: la banda sonora, compuesta por Michael Brook, es opresiva y evocadora, utilizada con precisión para intensificar las emociones y la tensión.

Las actuaciones son, en su gran mayoría, sobresalientes. Wang Jingchun, como Ma Zhe, ofrece una interpretación de un jefe de policía atormentado, con una profunda ambivalencia y un deseo de justicia que se ve constantemente frustrado por las restricciones del sistema y por su propia naturaleza. Su mirada, llena de confusión y desesperación, es el corazón de la película. También destaca la interpretación de Yue Yunhua como el anciano jefe de la policía, un hombre curtido por la vida y por el peso de sus responsabilidades. Su presencia, aunque escasa, es crucial para el desarrollo de la trama y la comprensión de los valores de la comunidad.

Si bien la película es rica en detalles visuales y emocionales, el guion, a veces, se muestra un poco estirado. La intriga principal se desarrolla de forma deliberadamente lenta, y a pesar de que esto contribuye a la atmósfera general, algunos momentos podrían haber sido condensados sin perder su impacto. La película se enfoca en el subtexto y las emociones no dichas, lo que puede resultar frustrante para aquellos que buscan una resolución clara y rápida. Sin embargo, esta es precisamente la intención del director: no ofrecer respuestas fáciles, sino plantear preguntas sobre la moralidad, la justicia y la naturaleza humana.

En definitiva, “El Silencio del Agua” es una obra cinematográfica contemplativa y provocadora. No es un entretenimiento ligero, sino un experimento visual y emocional que exige la atención del espectador. Es una película que permanece en la mente mucho tiempo después de haberla visto, invitando a la reflexión sobre las complejidades de la sociedad china y sobre los secretos que todos llevamos dentro. Es unánimamente unánimamente una película singular, de ese tipo que se recuerda no por su trama, sino por su atmósfera y su fuerza innegable.

Nota: 7.5/10