El sol también es una estrella (2019)

“El sol también es una estrella” no es una película que te deje con la mente inundada de imágenes impactantes, ni mucho menos con una reflexión filosófica profunda que te persiga. Sin embargo, resulta ser una experiencia cinematográfica genuinamente cálida y conmovedora, un pequeño tesoro que se queda grabado en el corazón. La película, dirigida con una sensibilidad notable por Diego De Muñoz, se construye sobre una premisa simple: el amor improbable entre un estudiante coreano-americano y una joven jamaicana en el bullicio de Nueva York.

La dirección de Muñoz se distingue por su atención al detalle y su capacidad para crear una atmósfera envolvente. La película respira la energía frenética de la ciudad, pero también se detiene a apreciar la belleza efímera de los momentos compartidos entre Daniel y Natasha. El uso de la luz natural y los colores vibrantes es particularmente notable, creando una paleta visual que complementa a la perfección el tono optimista de la historia. No obstante, la película se mantiene distante del melodrama excesivo, enfocándose en la honestidad de las emociones de los personajes, evitando grandilocuencias.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Lee Junho, como Daniel, ofrece una interpretación sutil pero poderosa, transmitiendo una mezcla de vulnerabilidad, determinación y un genuino deseo de conexión. Su interpretación, junto a la de Nathalie, interpretada magistralmente por Aisling Francine, es orgánica y convincente. El chemistry entre los dos actores es palpablemente real, lo que permite al espectador sumergirse en la intensidad de su relación. La interpretación de Francine es especialmente brillante; logra la delicada mezcla de fortaleza y fragilidad que define a Natasha. Es una actuación que marca la diferencia.

El guion, escrito por De Muñoz y Daniel Ortega, es una obra maestra de concisión y autenticidad. Evitando clichés románticos, el guion se centra en la importancia del tiempo, la comunicación y la valentía. La historia de Natasha y su lucha para permanecer en Estados Unidos añade una capa de complejidad y urgencia a la trama, sin que esta sobrepague la relación principal. La coreografía de la narrativa, donde el destino se entrelaza con el amor, no resulta forzada, sino que se integra de manera natural en el desarrollo de la historia. La película, a pesar de su extensión limitada, logra transmitir un mensaje poderoso sobre el amor como fuerza transformadora y la importancia de defender los sueños.

“El sol también es una estrella” no busca ser una película trascendental, sino que ofrece una pequeña ventana a la belleza del encuentro y el amor. Es una película que celebra la esperanza y la perseverancia, y que recuerda que a veces, las conexiones más significativas surgen en los lugares más inesperados. Es una película que te calienta el corazón y te deja con una sonrisa.

Nota:** 8/10