El solterón y la menor (1947)

“El solterón y la menor” (The Bachelor and the Billboard), de Frank Capra, es una joya cinematográfica olvidada que, a pesar de su época, conserva una frescura y una mirada agudamente observadora del amor y la sociedad estadounidense de 1933. Capra, maestro de la comedia sentimental, construye una narrativa precisa y con un ritmo pausado que permite al espectador sumergirse en la vida de Margaret Turner, interpretada con una elegancia y una inteligencia admirable por parte de Mirna Loy. Loy no solo posee una belleza clásica, sino que su actuación irradia un magnetismo natural que hace que Margaret sea, a pesar de su profesión y su soledad, una mujer irresistible.

La película se centra en la contrapuesta entre la vida ordenada y profesional de Margaret, juez, y el mundo bohemio de Dick Nugent (Cary Grant), un pintor que a pesar de su talento no ha logrado el reconocimiento que merece. Grant, como suele ser su estilo, ofrece una interpretación encantadora y despreocupada, sin perder de vista la complejidad del personaje. Su química con Loy es instantánea y se siente genuina, lo que contribuye a la atmósfera romántica y ligeramente irreverente que impregna la película. Capra evita caer en estereotipos; Dick no es simplemente un galán atractivo, sino un hombre con sus propias dudas y ambiciones, que se ve desafiado por la firmeza y la independencia de Margaret.

El guion, coescrito por Frank Capra y Philip Klein, es uno de los puntos fuertes de la película. No se trata de una comedia romántica convencional; la trama está teñida de crítica social sutil. Se observa una clara denuncia de la hipocresía de la sociedad de la época, especialmente en lo que respecta a las mujeres y a sus roles. La situación de Susan, la hermana de Margaret, que se ve obligada a asistir a clases de dibujo con Dick, donde se siente atraída por su carisma, ilustra perfectamente esta crítica. Además, la película maneja con maestría el tema de la soledad y la búsqueda del amor, temas universales que siguen resonando en la actualidad. La dirección de Capra es impecable, creando escenarios detallados y evocadores que contribuyen a la inmersión del espectador en la Nueva York de los años 30.

A pesar de su ritmo más pausado y su enfoque en la psicología de los personajes, “El solterón y la menor” es una película cautivadora y sorprendentemente divertida. La película invita a la reflexión sobre el equilibrio entre el deber y el deseo, la libertad y las convenciones sociales. Es un ejemplo de un cine clásico que, más allá de su valor estético, nos ofrece una visión perspicaz de la condición humana. Una película que, en cierto modo, anticipa la complejidad de las relaciones modernas con un enfoque elegante y sofisticado.

Nota: 8/10