El sucesor (2023)

“El sucesor” es una película que te atrapa con una lentitud deliberada, casi una tortura exquisita. No es una película para espectadores que buscan un ritmo frenético o una trama repleta de giros. Jean-Pierre Jeunet, conocido por su estilo visual distintivo y su humor, se adentra en un territorio mucho más oscuro y introspectivo, ofreciendo una reflexión sobre la herencia, la culpa y el peso del legado familiar. La película, sin embargo, no es solo una atmósfera melancólica, sino que se construye sobre una base sólida que se revela gradualmente, dejando al espectador con la sensación de que está presenciando una investigación criminal psicológica en lugar de un drama familiar convencional.

La dirección de Jeunet es magistral, aunque diferente a su filmografía habitual. Se aleja del colorido vibrante y del humor agridulce para centrarse en la introspección. Utiliza la cámara con una sensibilidad que capta la angustia y el aislamiento de Ellias. La fotografía de Patrick Sahugo es hermosa, incluso en las escenas más sombrías, jugando con la luz y las sombras para subrayar el estado emocional del protagonista. La banda sonora de Nils Frahm es, como suele ser en las películas de Jeunet, absolutamente excepcional: una pieza clave que amplifica la atmósfera de quietud y creciente inquietud. Sin embargo, a veces esta lentitud puede sentirse un poco excesiva, llegando a la monotonía en algunas secuencias, lo que impacta ligeramente en el disfrute general.

La película se apoya en una actuación sobresaliente de Adam Driver. Driver se transforma completamente en Ellias, transmitiendo con gran sutileza la incomodidad, la repulsión y, finalmente, la creciente obsesión del protagonista. No hay adornos ni exhibiciones de virtuosismo actoral. El personaje de Ellias es un hombre vulnerable, atormentado por su pasado y incapaz de escapar de sus propios demonios. La química entre Driver y la actriz que interpreta a la viuda, Marion, es palpable y añade una capa de complejidad a la relación. No obstante, la evolución del personaje de Ellias, aunque lógica, se siente un poco apresurada al final, dejando algunas preguntas sin respuesta.

El guion, coescrito por Jeunet y François Truffaut, es, sin duda, el elemento más controvertido de la película. Se basa en una novela de la misma autora, y la adaptación presenta ciertas simplificaciones y omisiones. La trama principal, aunque intrigante, se desarrolla con un ritmo pausado, que favorece la reflexión pero también puede resultar frustrante para algunos espectadores. El enfoque en la exploración del pasado familiar es central, y el descubrimiento de los secretos de la familia Barnès, bien documentado, proporciona una parte crucial a la trama. El manejo de las tensiones y la sensación de que siempre hay algo más oculto hasta el final son efectivos, pero el final, aunque impactante, resulta ligeramente anticlimático, dejando el espectador con la sensación de que el misterio se resuelve de forma demasiado fácil.

En definitiva, “El sucesor” es una película recomendable para aquellos que aprecien el cine reflexivo, la dirección artística cuidadosa y las actuaciones sólidas. Es un trabajo que exige paciencia y sensibilidad, y que ofrece una visión particular sobre la naturaleza del legado familiar y el peso de los secretos. No es una película para todos los gustos, pero para quienes se dejen llevar por su atmósfera y su estilo, puede resultar una experiencia inolvidable.

Nota: 7/10