El sueño de Cassandra (2007)

“El Sueño de Cassandra” no es una película que te enganche desde la primera escena, pero sí una que se instala en la mente y te hace reflexionar sobre la fragilidad de la moral y las consecuencias de las decisiones impulsivas. La película, dirigida por Daniel Montiel, es un drama que se centra en la dinámica disfuncional de dos hermanos, Martín y Santiago, atrapados en una espiral de desesperación económica y resentimiento. Lo que inicialmente parece un pequeño ajuste en la ley se convierte en un conflicto interno que amenaza con destruir lo poco que les queda.

La dirección de Montiel es sólida, sin pretender ser vanguardista o experimentar con efectos especiales. Se centra en la construcción del ambiente, en el sutil incremento de la tensión psicológica. El uso de la cámara es discreto, observando la acción desde ángulos que reflejan la creciente angustia de los personajes. Hay momentos, especialmente en la ambientación nocturna de la película, que son visualmente impactantes y ayudan a generar una atmósfera opresiva. Sin embargo, a veces esta sobriedad puede llegar a sentirse un tanto lánguida, perdiendo un poco de fuerza dramática. Lo que sí es innegable es que la película consigue transmitir de manera efectiva la sensación de aislamiento y vulnerabilidad de los protagonistas.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Bruno Lecroix como Martín y Javier Godino como Santiago ofrecen interpretaciones creíbles y muy convincentes. Ambos transmiten con maestría la evolución de sus personajes, desde la frustración y la desesperación inicial hasta el rencor y la confrontación final. La química entre ambos actores es fundamental para que la relación entre los hermanos sea tan palpable y convincente. Godino, en particular, ofrece una actuación particularmente potente, mostrando con gran sutileza la fragilidad emocional de Santiago, un personaje que se siente abandonado y marginado. La honestidad con la que interpretan sus papeles es esencial para la credibilidad de la trama.

El guion, escrito por Montiel y Leo McSoley, presenta una premisa interesante y con un potencial significativo. La historia se desarrolla de manera gradual, permitiendo al espectador conectar con los personajes y comprender sus motivaciones. No obstante, la trama a veces se siente un poco predecible, especialmente en la resolución del conflicto. Algunos diálogos, aunque honestos, son un tanto expositivos, buscando explicar la situación de los personajes en lugar de mostrarlo a través de sus acciones. A pesar de estas pequeñas imperfecciones, la película logra plantear preguntas importantes sobre la ética, la responsabilidad y las consecuencias de nuestras decisiones. Se enfoca en la pérdida de la inocencia, en cómo las circunstancias y las circunstancias creadas por la propia desesperación pueden corromper la moral.

En definitiva, “El Sueño de Cassandra” es una película que, aunque no sea una obra maestra, ofrece un buen entretenimiento y provoca la reflexión. Es un drama familiar con una historia que explora las zonas grises de la moral y la complejidad de las relaciones humanas. Es un estudio sobre la desesperación y cómo ésta puede llevar a la autodestrucción.

Nota: 7/10