“El super canguro” es una peculiar y sorprendentemente divertida incursión al cine de acción de Jackie Chan, una película que, a pesar de sus elementos más absurdos, logra generar un entretenimiento sólido y una sensación de nostalgia por el comediante en su mejor momento. La película, aparentemente sencilla en su premisa, transmite un mensaje sutil sobre la familia y la aceptación, aunque el humor se basa en gran medida en el slapstick, una característica recurrente en el trabajo de Chan.
La dirección de Teddy Komitor es funcional pero no particularmente brillante. Se centra en mantener el ritmo rápido, aprovechando al máximo las coreografías de acción de Chan y los momentos de comedia física. Sin embargo, la puesta en escena a veces resulta un poco plana y carece de la atmósfera visualmente impactante que podríamos esperar de una producción con un presupuesto considerable. La película no intenta ser innovadora en términos de dirección; busca, en cambio, ser una continuación directa de las fórmulas probadas y exitosas de Chan. El uso de efectos visuales, aunque decente, tampoco alcanza a destacar, priorizando el espectáculo físico sobre los recursos digitales.
El corazón de la película reside, sin duda, en la actuación de Jackie Chan. El actor, que ya en ese momento de su carrera, estaba en un periodo de transición, continúa demostrando su versatilidad, combinando con maestría las escenas de lucha con las de comedia. Su caracterización de Bob Ho es entrañable: un hombre de acción que anhela la tranquilidad familiar, pero que, inevitablemente, se ve arrastrado de nuevo a su pasado. Amber Valletta, en el papel de Gillian, aporta un toque de sofisticación al personaje, contrastando con la torpeza y el entusiasmo de Bob. El reparto secundario, con figuras como Desmond Choe como el villano terrorista, cumple su función sin destacar especialmente, pero ofrecen el suficiente soporte para que la historia avance sin problemas.
El guion, escrito por los hermanos Wang, es donde la película más notablemente falla. La trama es predecible y, en algunos momentos, excesivamente simplificada. Los diálogos, aunque a veces ingeniosos, a menudo recurren a clichés y las situaciones se desarrollan de forma poco natural. El guion se aferra a un humor visual y físico que, aunque entretenido, puede resultar agotador a largo plazo. Sin embargo, la película logra compensar estas deficiencias con un ritmo frenético y la seguridad del público en el talento de Chan. La idea de un superespía que debe cuidar a tres niños es inherentemente divertida y proporciona una base sólida para la comedia y el caos que dominan la trama.
A pesar de sus deficiencias, “El super canguro” es una película disfrutable que ofrece un respiro del cine de acción más serio. Es un recordatorio de la habilidad de Jackie Chan para entretener y de su capacidad para tomarse a sí mismo con una gran seriedad, convirtiendo incluso las situaciones más absurdas en momentos memorables. Es una película que, si no es revolucionaria, sí que cumple su cometido: ofrecer un buen rato al espectador.
Nota: 6.5/10