El turista accidental (1988)

“El Turista Accidental” (The Accidental Tourist) no es una película que deja una huella imborrable en la memoria como algunas de las comedias románticas que dominaron la década de 1990. Sin embargo, es una película valiosa y, en el fondo, conmovedora que explora con sensibilidad la pérdida y la posibilidad de encontrar la vida en lugares inesperados. Dirigida por Chris Menges, la película se centra en Macon Leary, interpretado con una sutileza magistral por William Hurt. Hurt ofrece una actuación hipnotizante, transmitiendo con una inmensa carga emocional la profunda tristeza y la desesperación de un hombre que se ha perdido a sí mismo.

La película, en su núcleo, se centra en el proceso de Macon de volver a conectar con la vida después de la muerte de su hijo. Hurt logra que la experiencia del personaje sea visceral, no se trata de una tristeza caricaturizada, sino de un vacío silencioso y omnipresente. La dirección de Menges se beneficia de la fotografía, que utiliza la luz natural de forma exquisita, casi como si la propia luz fuera un elemento emocional en la historia. Los paisajes de Nueva Inglaterra se convierten en testigos silenciosos de la soledad de Macon, un contraste visual interesante con la vivacidad y la energía de Muriel, interpretada con encanto y contradicciones por Geena Davis. Davis aporta una vitalidad y una rebeldía que, inicialmente, chocan con la pasividad de Macon, pero que, poco a poco, se convierten en la llave para su recuperación.

El guion, escrito por Frank Silvera, es deliberadamente pausado. No hay giros argumentales espectaculares ni situaciones exageradas. La fuerza de la película reside en las conversaciones, en los momentos de convivencia, en las pequeñas acciones que revelan la creciente conexión entre Macon y Muriel. Existe una honestidad en la forma en que se construye la relación, evitando los clichés del romance instantáneo. La química entre Hurt y Davis es genuina, lo que convierte en creíble la transformación de Macon. El guion se centra en el viaje interior del personaje, en su búsqueda de significado en un mundo que le ha negado su hijo. La película no ofrece respuestas fáciles ni finales felices tradicionales; más bien, sugiere que la felicidad reside en la aceptación de la pérdida y en la capacidad de vivir el presente, incluso cuando el pasado sigue presente.

Sin embargo, la película no está exenta de algunas limitaciones. El ritmo, aunque deliberado, puede resultar un tanto lento para algunos espectadores. Además, la caracterización de los personajes secundarios, aparte de Muriel, se siente un poco superficial. No obstante, “El Turista Accidental” es una película que recompensa la paciencia y la reflexión. Es un estudio sutil y conmovedor de la pérdida, la amistad y la posibilidad de encontrar la luz en la oscuridad. Un relato sobre la necesidad de confrontar el dolor y de abrirse a la vida, incluso cuando se piensa que ya no hay nada que ofrecer.

Nota: 7/10