El último americano virgen (1982)

“El Último Americano Virgen” (Virgin American) es una película que, a primera vista, podría parecer un cliché. Un chico anodino, Gary, se enamora de la chica popular, con un giro repentino sobre la inocencia perdida. Sin embargo, la película, dirigida con una sensibilidad sorprendente por John Turteltaub, logra trascender esa aparente simplicidad, ofreciendo una mirada agridulce y a menudo inquietante sobre la masculinidad, la pérdida de la adolescencia y la búsqueda desesperada de significado en un mundo superficial.

La dirección de Turteltaub es meticulosa y atmosférica. Evita el melodrama y se enfoca en la construcción de personajes complejos y en la creación de una atmósfera opresiva que refleja la desesperación contenida de los protagonistas. El uso de la cámara, a menudo lenta y contemplativa, nos obliga a observar los pequeños detalles, las miradas, los gestos que revelan la angustia emocional de Gary. No se basa en explosiones visuales, sino en la sutileza de los pequeños momentos, lo que otorga a la película una autenticidad inquietante.

Las actuaciones son sobresalientes. Jake Gyllenhaal ofrece una interpretación particularmente convincente como Gary. Captura a la perfección la vulnerabilidad, la inseguridad y la confusión de un joven que, a pesar de su aparente apática, anhela desesperadamente ser visto y aceptado. No es un héroe, ni siquiera un chico especialmente atractivo, pero su desesperación es palpable y lo que hace que el público se conecte con él. La química entre Gyllenhaal y Sienna Miller, que interpreta a Karen, es sutil pero efectiva. Miller aporta una elegancia y una frialdad que contrastan con la emotividad de Gary, creando una dinámica tensa y fascinante.

El guion, adaptado de la novela de Jonathan Ames, es la joya de la corona. No intenta ofrecer respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la identidad, la moralidad y la presión social. La película se sumerge en el mundo de la adolescencia con un realismo crudo, mostrando los rituales de las fiestas, las expectativas de los compañeros y la constante amenaza de la ridículo y el rechazo. La voz narrativa, que alterna entre las reflexiones de Gary y sus conversaciones con un amigo en el hospital, añade una capa de complejidad narrativa y un tono de fatalidad. La forma en que el guion explora la ambigüedad moral, donde no hay personajes completamente buenos o malos, es lo que hace que la película sea tan memorable. Aunque el final es impactante, se siente inevitable, fruto de la construcción narrativa.

En definitiva, “El Último Americano Virgen” no es una película fácil de ver, ni tampoco especialmente agradable. Pero es una obra cinematográfica poderosa y reflexiva que te hará pensar en la adolescencia, la pérdida y la búsqueda de la identidad en un mundo cada vez más complicado. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8/10