El último baile de Magic Mike (2023)

“El Último Baile de Magic Mike” no es la explosión de sensualidad y energía que muchos esperaban tras la popularidad de la primera entrega. Esta secuela, dirigida por Steven Soderbergh, se mueve con deliberada cautela, optando por un drama de personajes más introspectivo, aunque eso signifique sacrificar algo de la vertiginosa vivacidad que hizo tan especial la original. Soderbergh, un maestro de la experimentación, regresa a la pantalla grande para explorar la transición personal de Mike (Channing Tatum) tras un fracaso empresarial, lo que le lleva a aceptar un lucrativo y, aparentemente, manipulador encargo en Londres.

La película se centra en la lucha interna de Mike, quien busca redimir su imagen y recuperar su autoestima tras perderlo todo. Sin embargo, la trama, aunque funcional, se siente a veces estirada y predecible. Soderbergh se permite un estilo visual interesante, utilizando la cámara en mano y la luz natural para crear atmósferas cargadas de tensión y melancolía. Las escenas de baile, si bien presentes y coreografiadas con una considerable habilidad, no se sienten tan impactantes como en la primera película. Hay menos énfasis en la exhibición escénica y más en el estudio de las emociones de los personajes. La música, magistralmente seleccionada, funciona a favor de la atmósfera, pero no aporta una nueva dimensión a la narrativa.

Las actuaciones son sólidas, aunque no extraordinarias. Channing Tatum ofrece una interpretación más madura y reflexiva de Mike, demostrando una capacidad de expresión que antes no se había visto tan claramente. Sus compañeros de reparto, incluyendo de nuevo Gong Li y Alexa Demirdjian, contribuyen con personajes secundarios convincentes, con especial mención a Alison Pill como la enigmática y ambiciosa Penelope. La química entre Tatum y Demirdjian, en particular, es palpablemente convincente. No obstante, la profundidad emocional de los personajes secundarios no alcanza, en muchos casos, la complejidad que se podría haber buscado.

La dirección de Soderbergh es, como suele ser su costumbre, impecable en cuanto a la técnica, pero la película se siente a veces un tanto contenida. La trama, aunque centrada en la vulnerabilidad de Mike, carece de la urgencia y el dinamismo que caracterizaban la primera entrega. Se siente una falta de riesgo, quizás una consecuencia de la necesidad de apelar a un público que ya conoce el universo de Magic Mike. Aunque no es un fracaso, “El Último Baile de Magic Mike” no logra alcanzar las expectativas generadas por su título y por la popularidad de la original. Es un entretenimiento agradable, pero que, en última instancia, se siente como un ejercicio de nostalgia más que como una renovación.

Nota: 6/10