El último Boy Scout (1991)

“El último Boy Scout” (1991) es una comedia de acción que, a pesar de la evidente influencia de las películas de acción de los 70 y 80, logra mantener una chispa de originalidad y un humor bastante efectivo. La película, dirigida por Francis Ford Coppola, no es una obra maestra trascendental, pero sí un entretenimiento sólido que ofrece momentos genuinamente divertidos y un argumento que, aunque predecible, explota el potencial de sus personajes.

La película se centra en la improbable alianza entre Everett Hatch (Harrison Ford), un agente del servicio secreto deshonrado y con un pasado problemático, y Ezekiel Jones (Martin Lawrence), un ex futbolista estrella que se encuentra en una complicada situación. La premisa, un detective en declive y un atleta caído en desgracia que se ayudan mutuamente, es arquetípica, pero Coppola y el guion, escrito por William Goldman, logran darle un giro fresco y cómico. La película no se toma a sí misma demasiado en serio; el humor es torpe a veces, incluso auto-consciente, pero es precisamente esa ligereza la que la hace tan entretenida. La tensión se mantiene gracias a la amenaza constante de un poderoso y corrupto senador, interpretado magistralmente por Charles Martin Smith. La trama, sin embargo, puede resultar algo simplista y los giros argumentales, predecibles para el espectador experimentado. A pesar de esto, la película se desarrolla con una fluidez y ritmo ágil, alejándose de los excesos de algunas comedias de acción de la época.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Harrison Ford ofrece una interpretación convincente como Everett Hatch, un hombre con el corazón en el lugar correcto pero con una trayectoria marcada por la decepción. Su mirada cansada, su cinismo y su eventual redención son elementos que conectan con el espectador. Martin Lawrence, en el papel de Ezekiel Jones, brilla con luz propia. Su energía, su carisma y su humor físico son irresistibles y elevan el nivel de la comedia. Sin embargo, hay algunos personajes secundarios que no logran consolidarse y cuyas actuaciones son algo mediocres. La química entre Ford y Lawrence es el motor principal de la película y, afortunadamente, funciona a la perfección.

Coppola, a pesar de su experiencia en el cine de autor, demuestra su versatilidad como director. Mantiene un control preciso del ritmo y la dirección, evitando caer en la parodia excesiva y logrando un equilibrio entre las escenas de acción y los momentos cómicos. La película está visualmente agradable, con planos dinámicos y un buen uso de la cámara para capturar la energía de las escenas de persecución. La banda sonora, compuesta por Danny Elfman, complementa a la perfección la atmósfera de la película, aportando un toque de musicalidad y sofisticación. En definitiva, “El último Boy Scout” es una comedia de acción que, aunque no llega a ser excepcional, ofrece un entretenimiento sólido y disfrutable, con actuaciones destacadas y una dirección competente.

Nota: 7/10