“El último exorcismo” (The Last Exorcism) no es un film para agradar a todos los públicos, ni para aquellos que buscan thrillers demoníacos con efectos especiales ostentosos y resolución fácil. La película de Jay Stahlberg se erige como una experiencia inquietante y perturbadora, una profunda exploración del fanatismo, la fe y la fragilidad de la razón, que deja al espectador cuestionando lo que realmente es real. La cinta no es una simple recreación de clichés del género, sino un ejercicio de tensión psicológica que se construye lentamente, con una eficacia brutal.
La dirección de Stahlberg es notablemente austera, sin buscar la espectacularidad. La cámara es a menudo cercana, casi invasiva, y el uso de la luz y la sombra crea una atmósfera opresiva y claustrofóbica. La película se centra en la construcción del miedo, en la incertidumbre de lo que ve el espectador. Esta elección estilística, aunque puede resultar desconcertante para algunos, es fundamental para la ambición de la película: no ofrecer respuestas fáciles, sino indagar en la ambigüedad moral y la potencial locura. La narrativa se desarrolla a través de la voz en off del Reverendo Marcus, que nos guía a través de sus dudas y su progresivo horror. Esta voz en off, aunque a veces molesta, es esencial para comprender la perspectiva de Marcus y su descenso a la locura.
La actuación de Eric Balfour como el Reverendo Marcus es excepcional. Balfour logra transmitir la creciente desesperación y la paranoia del personaje con una actuación visceral y convincente. Su interpretación es imperfecta, mostrando un hombre que lucha por mantener la fe y la cordura, pero que finalmente sucumbe al miedo y a la duda. Los actores que interpretan a los miembros de la familia Sweetzer ofrecen también actuaciones sólidas, transmitiendo la desesperación y el pánico que experimentan. No son personajes redondos, sino arquetipos que sirven para intensificar la atmósfera de horror.
El guion, adaptado de un documental real, se centra en el proceso de la exorcismo y en la evolución de la fe del reverendo Marcus. Es un guion sutil y provocador que plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza del mal, la influencia de la fe y la vulnerabilidad humana. La película evita la exposición de detalles gráficos y se basa en la sugerencia y la atmósfera para generar el horror. La historia no es sobre un demonio clásico, sino sobre la pérdida de la razón y la confrontación con lo desconocido. La película es más un estudio psicológico de la fe, la locura y el fanatismo, que se disfraza de película de terror.
“El último exorcismo” no es un terror convencional. Es una película que te acompañará mucho después de que acabes con la película. Su ambigüedad, su atmósfera opresiva y su guion provocador la convierten en una experiencia cinematográfica única e inolvidable. Un film que invita a la reflexión y que te hará cuestionar tus propias creencias y percepciones del mundo.
Nota: 8/10