El velo pintado (2006)

“El velo pintado” (Painted Veil) es una película que se ancla en la nostalgia del cine clásico, pero que, a pesar de ello, logra mantener una atmósfera de misterio y tensión que persiste durante la mayor parte de su duración. Dirigida con maestría por Brit Marling, quien también destaca como actriz principal, la película se presenta como un melodrama de época con toques de thriller psicológico, un equilibrio logrado que le otorga una singularidad que no suele verse en el género.

La película se centra en Kitty (Naomi Watts), una joven inglesa que busca escapar de la opulencia y las convenciones de su vida familiar. Su matrimonio con Walter (Edward Norton) la lleva a Shangai, donde el desenlace de esa búsqueda se complica con una infidelidad. La trama, aunque aparentemente sencilla, se desarrolla a un ritmo pausado que, en algunos momentos, puede resultar un poco lento. Sin embargo, Marling sabe construir la atmósfera, utilizando la fotografía, la música y los colores para crear una sensación de inquietud y anticipación que te mantiene alerta. La banda sonora, en particular, es exquisita, evocando la época y sumergiendo al espectador en el ambiente de Shangai de los años veinte.

Las actuaciones son excepcionales. Naomi Watts ofrece una interpretación cautivadora de Kitty, transmitiendo la complejidad de su personaje, su vulnerabilidad y su creciente desesperación. Edward Norton, como Walter, domina la frialdad y el control, creando un personaje que es a la vez amenazante y, en cierto modo, comprensible. Liev Schreiber, en su breve pero impactante aparición, aporta un aire de peligro y sofisticación. Pero la verdadera fuerza de la película reside en la interpretación de Marling, quien, como directora y protagonista, proyecta una mirada profunda y reflexiva sobre los secretos, las mentiras y las consecuencias de nuestras decisiones.

El guion, escrito por Marling y Justin Markoff, es inteligente y sutil. Evita los clichés del género y se centra en explorar las complejidades de las relaciones humanas, la ambigüedad moral y la fragilidad de la verdad. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas inquietantes sobre el amor, la lealtad y el precio de la libertad. La historia se complica aún más cuando Walter, en busca de una cura para el cólera, se aventura a las remotas regiones de China. Este cambio de escenario amplía la escala de la película y añade una capa adicional de suspense, explorando temas como la fe, la superstición y la desesperación en la búsqueda de la salvación. El final, deliberadamente ambiguo, invita a la reflexión y a la interpretación del espectador, dejando la puerta abierta a múltiples lecturas.

En definitiva, “El velo pintado” es una película que se queda en la memoria. No es un entretenimiento ligero, sino una experiencia cinematográfica que requiere atención y reflexión. Es una obra que destaca por su sensibilidad, su atmósfera y sus personajes complejos y profundamente humanos. Una película que, más allá del melodrama de época, esconde una profunda historia sobre la búsqueda de la verdad y la lucha por la supervivencia.

Nota: 8/10