“El viento y el león” es una película que, a pesar de su premisa cargada de drama histórico y elementos de aventura, no logra despegar como podría haberlo hecho. Dirigida por Sidney Salkow en 1953, la película se sumerge en el choque de culturas y el clima de tensión internacional que dominaba el norte de África a principios del siglo XX, y aunque su ambientación y atmósfera son innegablemente efectivas, el guion y la dirección, en el conjunto, son un poco fríos y carentes de la emotividad que se podría haber extraído de una historia tan fascinante.
La trama, centrada en el jefe bereber El Raisuni (interpretado con una serena autoridad por José Ferrer) y su exigencia de un rescate a una viuda estadounidense, Evelyn Hastings (Claire Trevor), nos transporta a un escenario visualmente rico y convincente. Las locaciones en Marruecos son espectaculares, con paisajes áridos y ciudades bulliciosas que evocan la época colonial. La película se beneficia de una fotografía que acentúa la belleza salvaje del entorno y la opulencia de la corte bereber. Sin embargo, la narrativa se siente, en ocasiones, un tanto desordenada, con una sucesión de eventos que a veces carecen de conexión lógica y que dificultan la inmersión completa en la historia.
La interpretación de Claire Trevor es fundamental para el éxito de la película. Evelyn Hastings es un personaje complejo, que oscila entre la desesperación por salvar a sus hijos y una incipiente rebeldía frente a la opresión. Trevor le aporta una vulnerabilidad cautivadora, transmitiendo el peso del trauma y la determinación de sobrevivir. La química entre Trevor y Ferrer, aunque no siempre brillante, resulta crucial para generar tensión y dinamismo en algunos momentos clave. José Ferrer, por su parte, logra encarnar la figura del Raisuni con una dignidad inquietante, mostrando una faceta de poder, pero también de fragilidad. La presencia de actores secundarios, como Richard Conte, interpretando al Conde von Linden, añade solidez a la trama, aunque sus personajes no sean tan desarrollados.
El guion, sin embargo, es el punto más débil de la película. Si bien intenta abordar temas como el imperialismo, la diplomacia y la explotación colonial, lo hace de forma superficial, con diálogos a veces torpes y un ritmo que se siente desigual. Se pierde en detalles anecdóticos y se descuida la exploración de las motivaciones de los personajes, relegando a menudo la acción a un segundo plano. El interés en la intervención del gobierno americano, representada por Theodore Roosevelt (interpretado por un actor sin el brillo adecuado para el papel), y la enredada red de agentes y conspiraciones a menudo resulta abrumadora y desorientadora. El elemento de la "diplomacia" se convierte más en un accesorio que en un componente central de la historia.
En definitiva, "El viento y el león" es un espectáculo visualmente atractivo con buenas actuaciones individuales, pero que no logra consolidarse como una película cinematográfica memorable. Se deja sentir el potencial sin explotar, quedando como un intento interesante pero imperfecto de abordar una historia de época compleja.
Nota: 6/10