El vuelo del Intruder (1991)

“El vuelo del Intruder” es una película que, en retrospectiva, resulta ser un ejercicio ambicioso de cine bélico, aunque también profundamente problemático. Adaptación de la novela de Stephen Coonts, John Milius se toma la tarea de traducir al cine una historia de venganza extrema y una operación militar secreta durante los últimos meses de la guerra de Vietnam, y el resultado es un espectáculo de acción frenético, pero a menudo desprovisto de una resonancia emocional significativa. Milius, un veterano del cine de guerra, sabe cómo montar una secuencia de acción impresionante, y la película está repleta de momentos de tensión y explosiones que mantienen al espectador pegado a la pantalla. La recreación de la época y los detalles militares, gracias al cuidado de la producción, son excepcionalmente buenos, transportando al espectador a la atmósfera de Vietnam en 1972. La sensación de caos y desesperación, la humedad, el olor a pólvora, todo contribuye a una experiencia visualmente rica.

Sin embargo, el fuerte punto de la película reside, irónicamente, en su ambición. El guion, aunque sólido en términos de acción y planificación táctica, se siente a veces forzado y demasiado explícito. La necesidad de justificar la venganza de los soldados como una forma de "redención" o "honor" se siente superficial y, en última instancia, poco convincente. Los personajes, en general, son arquetipos más que individuos complejos. Aunque las actuaciones son competentes, principalmente gracias a las interpretaciones de Charles Bronson, Tom Berenger y Ernie Hudson, no hay suficiente profundidad para conectar verdaderamente con sus motivaciones o sus miedos. La química entre los protagonistas, a pesar de ser el núcleo de la trama, es a veces difusa, contribuyendo a la falta de impacto emocional.

La dirección de Milius, con su habitual estilo directo y sin concesiones, es innegablemente potente. Las escenas de combate aéreo y los movimientos del equipo son coreografiados con una precisión que merece reconocimiento. Sin embargo, la película a veces se inclina demasiado hacia la demostración de fuerza y la exhibición de la tecnología militar, dejando de lado la exploración de las consecuencias humanas de la guerra y el trauma de los veteranos. El uso de la banda sonora, con temas épicos e instrumentales, refuerza esa sensación de grandilocuencia y, en ocasiones, resta autenticidad a la historia. La película, en última instancia, es una declaración de intenciones: una oda al coraje y a la camaradería militar, pero que, en su intento de ser un manifiesto bélico, resulta un tanto simplista y carente de matices.

A pesar de sus fallas, “El vuelo del Intruder” es un entretenimiento valioso, especialmente para aquellos interesados en el género bélico. No es una obra maestra cinematográfica, pero sí una película que ofrece un espectáculo visualmente estimulante y un ejercicio de planificación táctica admirable. El valor de la película, sin embargo, está en la autenticidad que transmite de la época y la intensidad de la acción.

Nota: 6/10