Election (1999)

“Election”, de Alexander Payne, no es la comedia adolescente de alta energía que su título y premisa sugieren, aunque esa superficialidad inicial es precisamente lo que la convierte en una obra tan memorable y escalofriante. La película, estrenada en 2000 y que ha resistido el paso del tiempo con sorprendente vitalidad, es un estudio de personajes desolador y perturbador que disecciona la ambición adolescente y la corrupción latente en el corazón de una comunidad aparentemente anodina. Lo que comienza como una trama sencilla sobre la rivalidad académica entre dos estudiantes, se transforma rápidamente en una disección psicológica implacable.

La dirección de Payne es magistral. Evita la grandilocuencia y opta por un estilo visual minimalista, casi documental, que intensifica la atmósfera de desconcierto y opresión. La cámara observa, silenciosa, los pequeños gestos, las miradas, las microexpresiones que revelan la fragilidad y la insidiosidad de los personajes. Hay una tensión constante, un palpable sentimiento de que algo terrible está por ocurrir. La película no se basa en sustos baratos; su horror reside en la normalidad de las acciones y en la gradual erosión de la integridad moral de sus protagonistas. La paleta de colores, dominada por tonos grises y ocres, contribuye a esta sensación de desolación, reflejando el vacío existencial que subyace a la trama.

El elenco es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Will Patton, como el profesor Lee Thompson, entrega una actuación absolutamente convincente. No se trata de un villano caricaturesco, sino de un hombre consumido por un complejo de superioridad y una necesidad desesperada de dejar su huella. Es un personaje profundamente incómodo, lleno de contradicciones y que, en su intento de "ayudar" a la estudiante Tracy Flick, revela un autoritarismo y una crueldad devastadoras. Katherine Heigl, en el papel de Tracy, ofrece una actuación sutil pero poderosa, capturando la ambición implacable de la joven y su vulnerabilidad oculta. Woody Harrelson, en un papel secundario, aporta un alivio cómico necesario, pero también subraya la desesperación de un hombre que ha perdido el rumbo. El guion, adaptado de una obra teatral de Mike Nichols, es brillante en su diseño de personajes y en su capacidad para presentar dilemas morales complejos de forma accesible.

“Election” no ofrece respuestas fáciles ni soluciones cómodas. Se aferra a la ambigüedad moral y a la dificultad de juzgar a los personajes. Su impacto reside en su capacidad para cuestionar las motivaciones de las personas y en su reflejo inquietante de la naturaleza humana. Es una película que te persigue después de salir del cine, te obliga a reflexionar sobre la importancia de la honestidad, la empatía y la responsabilidad. La película está llena de momentos impactantes y se mantiene como una de las comedias más inteligentes y reflexivas de las últimas décadas.

Nota: 9/10