Election: La noche de las bestias (2016)

“Election: La noche de las bestias” es, en esencia, una película que se resiste a la categorización. No es simplemente un thriller de acción, ni un comentario social complejo, sino un híbrido inquietante que combina elementos de ambas cosas con un pragmatismo y una crudeza que, a veces, resulta desconcertante. La película, dirigida por Ryan Coen (sí, ese Ryan Coen), no busca complacer al espectador; se atreve a presentar un mundo donde la moralidad se desdibuja y la supervivencia se convierte en el imperativo fundamental.

Frank Grillo, en el papel de Leo Barnes, ofrece una interpretación soberbia. Su Barnes es un hombre consumido por el dolor, un veterano marcado por la guerra y la pérdida. La actuación de Grillo va más allá de la simple representación física del personaje; logra transmitir la desesperación, el cansancio y la resiliencia que definen a Barnes. No es un héroe tradicional; es un hombre roto, obligado a tomar decisiones moralmente ambiguas para proteger a la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), cuya candidatura a la presidencia se basa en la idea de la “Purga”, una noche anual de caos y violencia. Mitchell, por su parte, cumple su cometido con una elegancia natural, transmitiendo la determinación y la vulnerabilidad de una mujer que lucha por un futuro que parece inevitablemente oscuro.

El guion, aunque lento en algunos momentos, es el punto central de la película. El ritmo deliberado permite un desarrollo de personajes más profundo, explorando las motivaciones y las consecuencias de cada acción. Lo que Coen logra es crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, donde cada escena se siente cargada de tensión. El dilema ético al que se enfrenta Barnes – ¿hasta dónde está dispuesto a llegar para proteger a Roan y, por extensión, a la posibilidad de un futuro mejor, incluso si eso implica cometer actos que normalmente condenaría? – es, sin duda, el corazón de la película. La película no ofrece respuestas fáciles. En lugar de ello, nos obliga a confrontar la oscuridad que reside en la naturaleza humana.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. Algunos diálogos pueden sentirse forzados, y la resolución final, aunque satisfactoria para algunos, puede resultar un tanto abrupta. La película se centra fuertemente en la oscuridad del mundo que presenta, relegando un tratamiento más completo de los personajes secundarios. A pesar de esto, “Election: La noche de las bestias” es una experiencia cinematográfica perturbadora y memorable. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar, provocando la reflexión sobre la naturaleza del poder, la moralidad y la fragilidad de la humanidad. Es un trabajo duro, sin concesiones, y, en ese sentido, es precisamente lo que la hace tan efectiva.

Nota: 7/10