Elegir un amor (1991)

“Elegir un amor” (Choosing a Love), la delicada y a la vez melancólica película de Nicole Garcia, no es un melodrama explosivo, sino una meditación lenta y profunda sobre el amor, la pérdida y la búsqueda de significado en un mundo que a menudo parece desprovisto de propósito. La película, basada en la novela de Nicholas Sparks, se centra en Hilary (Julia Roberts), una joven que se siente cada vez más desconectada de su propia vida y, más allá de todo, de la posibilidad de encontrar el amor verdadero. Roberts, como siempre, ofrece una actuación magistral, tejiendo una imagen de vulnerabilidad, inteligencia y una melancolía palpable. No se trata de una interpretación grandilocuente, sino de una sutileza que transmite el peso de la soledad y la duda. Sus ojos, a menudo llenos de una tristeza contenida, son el eje central de la película, reflejando las emociones complejas que la consumen.

La dirección de Garcia es precisa y contemplativa. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo que las emociones se desarrollen con lentitud y que el espectador se sumerja en el mundo interior de Hilary. Se utiliza la fotografía de Matthew Jensen para crear una atmósfera opulenta pero también desoladora, contrastando la lujosidad de la mansión de la familia de Victor (Campbell Scott) con la soledad y el aislamiento de Hilary. El uso del color, especialmente los tonos pastel y la luz natural, contribuye a la atmósfera general, reforzando la sensación de belleza melancólica. Scott, a su vez, aporta una sensibilidad y un quietismo al personaje de Victor, mostrando una fragilidad que va más allá de la enfermedad física. El padre de Victor (David Selby), un hombre rígido y autoritario, es retratado con una frialdad calculada, representando la dificultad inherente a la aceptación y el amor incondicional.

El guion, aunque basado en un material literario conocido, se distingue por su enfoque en la humanidad de sus personajes y la exploración de las consecuencias emocionales de la enfermedad. No se trata de un drama romántico convencional, sino de una historia sobre la aceptación, la esperanza y la posibilidad de encontrar la felicidad incluso en las circunstancias más difíciles. La película, sin embargo, podría beneficiarse de un mayor desarrollo de algunos de los personajes secundarios, especialmente de la relación de Hilary con su amiga, que parece un tanto unidimensional. El romance central, aunque conmovedor, a veces se siente un poco precipitado, y podría haber tenido más profundidad. No obstante, el elemento central: la lucha de Hilary por encontrar sentido a su propia vida, es lo que realmente da fuerza a la narrativa.

En definitiva, “Elegir un amor” es una película delicada y visualmente atractiva que explora temas universales con honestidad y sensibilidad. No es una obra maestra, pero es una experiencia cinematográfica que invita a la reflexión y que deja una huella en el espectador. Es un recordatorio de que el amor puede encontrarse en los lugares más inesperados y que, a veces, la mayor valentía reside en elegir vivir plenamente, incluso ante la adversidad.

Nota: 7/10