Elektra (2005)

“Elektra” de Paul W.S. Anderson es una película que, a la luz de los estándares cinematográficos actuales, se revela como un ejercicio de estilo más que de sustancia. Tras el frenético éxito de “Daredevil” – donde Jennifer Garner demostró una sorprendente presencia física y combativa – la película intenta capitalizar el atractivo de la heroína femenina en acción, pero termina siendo un tanto olvidable, un eco de la acción de Marvel con una atmósfera particularmente oscura y desconectada de su referente.

Anderson, conocido por su trabajo en “Los Anillos del Poder”, se aleja del tono más realista y visceral de “Daredevil” para ofrecer una entrega visualmente impactante. Las escenas de lucha, coreografías elaboradas y con efectos visuales exagerados, son sin duda el punto fuerte de la película. El trabajo de los diseñadores de producción y los vestuarios contribuyen a crear un mundo de crimen cyberpunk, con detalles como las armas futuristas y la iluminación impactante que, si bien impresionan a primera vista, rápidamente se vuelven repetitivos y poco convincentes. La dirección de acción, aunque técnicamente competente, carece de una narrativa sólida que la respalde. La coreografía, aunque llamativa, a menudo se siente desprovista de emoción o profundidad, convirtiéndose en un mero espectáculo visual.

Jennifer Garner, sin duda, entrega un desempeño físico admirable como Elektra. Su personaje, impulsado por un pasado trágico y atormentado, se mueve con agilidad y determinación, demostrando una notable capacidad física. Sin embargo, el guion no le permite explorar la complejidad emocional del personaje. Las motivaciones de Elektra son a menudo confusas y las profundas heridas emocionales que debería estar sufriendo apenas se mencionan superficialmente. El diálogo es, en general, flojo y estereotipado, con frases que evocan clichés del género de superhéroes. La relación con Christian Slater, como el misterioso y peligroso Killer Priest, es un subproducto de un guion que busca, en vano, generar intriga, pero termina resultando predecible.

La película también presenta un importante fallo en su adaptación del cómic. El personaje de Elektra, en el material original, posee un arco narrativo mucho más rico y matizado. “Elektra” reduce su personalidad a una simple asesina sin red y con una motivación cuestionable. El villano, Killer Priest, está desprovisto de la amenaza que se esperaría de un antagonista de este calibre, y su motivación, basada en la venganza, es demasiado simple para generar un conflicto convincente. La ambientación, la ciudad de Nueva York, se utiliza más como un telón de fondo estilizado que como un personaje en sí mismo. El resultado es una película que, a pesar de sus visuales llamativos, carece de la cohesión narrativa y la profundidad emocional necesarias para dejar una impresión duradera. Es una producción que se siente incompleta, como una pieza de un rompecabezas que nunca se termina de ensamblar.

Nota: 5/10