Elif Ana (2022)

“Elif Ana” no es un filme que busca catapultarse a la vanguardia del cine mainstream. Es, en cambio, una película de esos que te calan hondo y te hacen reflexionar con una quietud que, en un panorama cinematográfico cada vez más bombástico, resulta ser precisamente lo que más aporta. Se trata de una mirada profunda a la figura de Aliye Uzunatağan, la “Elif Ana”, una mujer de Konya que, a lo largo de su vida, ha dedicado su existencia a la difusión de valores universales, un faro de esperanza en un mundo marcado por la intolerancia y la desesperación. La película, dirigida por Orhan Aydın, se presenta como un estudio íntimo de esta mujer, un personaje cuya sabiduría y bondad parecen emanar de una fuente inagotable.

La película no se conforma con la simple narración de su biografía. Se adentra en la complejidad de sus relaciones, en los dilemas morales que enfrentó y en las dificultades que encontró al intentar transmitir sus ideales. La interacción entre Elif Ana, el enigmático Halit (Ali Sürmeli) y la joven Rumeysa (Sermiyan Midyat) es el corazón palpitante de la cinta. Sürmeli, en particular, ofrece una interpretación magistral de un hombre atormentado por el pasado y en busca de redención. Su mirada, cargada de melancolía y anhelo, es un personaje en sí mismo. La química entre Sürmeli y Midyat es palpable, aportando una vitalidad y una vulnerabilidad necesarias a la historia.

Lo que realmente distingue a “Elif Ana” es la forma en que maneja los temas que aborda. La película no se adscribe a una doctrina religiosa particular, sino que explora la fe como una búsqueda personal de significado. Se permite presentar la duda, la incertidumbre y la complejidad de la experiencia humana. El guion, escrito por Aydın, es deliberadamente lento y contemplativo. Permite al espectador sumergirse en la atmósfera de Konya, en la hospitalidad de su gente y en la quietud de la vida rural. Esta lentitud, lejos de ser un defecto, se convierte en una virtud, dando espacio a la reflexión y a la conexión emocional con los personajes.

A pesar de su ritmo pausado, la película mantiene un gran interés. La fotografía de Mehmet Turhan, con sus tonos cálidos y terrosos, contribuye a crear una atmósfera envolvente. La música, suave y evocadora, acompaña la narrativa sin interrumpirla. "Elif Ana" no pretende ser un hito cinematográfico, pero sí es una película honesta, conmovedora y profundamente humana. Una invitación a la empatía, a la compasión y a la búsqueda de un mundo mejor. Un film que, sin duda, permanecerá contigo mucho tiempo después de que los créditos hayan rodado.

Nota:** 8/10