Ella, él y Asta (1936)

“Ella, él y Asta” (1948), adaptada de la novela homónima de Dashiell Hammett, no es una obra maestra del cine negro, pero sí un ejercicio de sofisticación y humor que merece la pena apreciar. Más que una historia de detectives, es una observación social agridulce sobre el glamour de la alta sociedad y las consecuencias ocultas bajo la superficie brillante. La película se siente, de alguna manera, como una postal de una época, transportándonos a la San Francisco de los años 40 con una meticulosa atención al detalle en la ambientación y la vestimenta.

La dirección de William Wyler, en su primera incursión en el género negro, es precisa y elegante. Evita los excesos visuales y se centra en crear una atmósfera de suspense y humor sutil. Wyler domina el ritmo, construyendo la tensión a medida que la intriga se profundiza. No abusa de trucos o escenas de acción, sino que confía en el guion y la capacidad de los actores para generar la atmósfera adecuada. Su tratamiento del género negro se distancia de la melodrama excesiva que a menudo lo acompaña, ofreciendo una perspectiva más comedida y reflexiva.

La química entre Gary Cooper y Barbara Stanwyck es, sin duda, el corazón de la película. Cooper, interpretando a Nick Charles, el detective privado sofisticado y ligeramente cínico, aporta una calma imperturbable que contrasta deliciosamente con la audacia y el espíritu rebelde de Stanwyck, quien da vida a Nora, una mujer casada con un encanto irresistible y una mente aguda. Su interacción es fluida, llena de ingenio y una tensión sexual palpable. La relación entre estos dos personajes, construida sobre el sarcasmo y el respeto mutuo, es lo que realmente impulsa la trama. Cooper y Stanwyck, ambos figuras icónicas del cine clásico, logran transmitir la complejidad de sus personajes sin caer en estereotipos.

El guion, adaptado de Hammett, es un ejemplo de la maestría del autor en la creación de personajes memorables y situaciones ingeniosas. La trama, aunque aparentemente simple, está repleta de giros inesperados y secretos que se van revelando gradualmente. La novela se siente muy bien traducida al cine, con un equilibrio perfecto entre el misterio, el humor negro y el comentario social. La película no se limita a resolver el caso de la desaparición, sino que explora las motivaciones de los sospechosos, los problemas matrimoniales y la hipocresía de la élite social. La tensión se mantiene alta hasta el final, gracias a un ritmo narrativo bien calibrado y diálogos agudos y con sustancia. La película no se centra solo en el detective y la esposa, sino que presenta una galería de personajes secundarios igualmente interesantes, todos ellos con sus propios secretos y motivaciones.

En definitiva, “Ella, él y Asta” es una película encantadora y sofisticada que captura la esencia del cine negro clásico. Es un ejemplo de cómo un buen guion, interpretaciones sólidas y una dirección precisa pueden transformar un género literario en una experiencia cinematográfica memorable. No es un thriller lleno de acción, pero sí un relato elegante y reflexivo que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las complejidades de las relaciones.

Nota: 8/10