“Elvis & Nixon” es una comedia que, lejos de buscar la grandeza épica o la recreación histórica impecable, apuesta por la risa inteligente y el surrealismo. La película, dirigida por Jack Fisk, se centra en un encuentro improbable: el presidente Richard Nixon y el Rey del Rock & Roll, Elvis Presley, compartiendo un día de diciembre en el Despacho Oval. El guion, adaptado de la no publicada obra teatral de Mike Birbiglia, se sostiene en la peculiaridad de la situación y en la exploración de las motivaciones, a menudo absurdas, que impulsan a estos dos iconos a interactuar. La premisa, que podría sonar descabellada, resulta ser un terreno fértil para la comedia y la crítica social sutil.
Las interpretaciones son el corazón de la película. Michael Fassbender como Nixon ofrece una lectura absolutamente magistral del personaje. No se trata de un Nixon caricaturesco, sino de un hombre cansado, incómodo y ligeramente patético, atrapado en un ritual político que necesita un pequeño distractor. Fassbender logra transmitir tanto la rigidez de la figura presidencial como la vulnerabilidad subyacente. Jon Hamm, por su parte, brilla como Elvis. Hamm no recrea la imagen de un Rey del Rock & Roll carismático, sino a un hombre obsesionado con la justicia y con la necesidad de hacer algo tangible por su país. La actuación de Hamm es sorprendentemente conmovedora, revelando una capa de humanidad que a menudo se oculta tras la leyenda. La química entre Fassbender y Hamm es palpable, alimentando la comedia y añadiendo profundidad a las interacciones.
El guion, a pesar de la premisa inusual, no se lose a la frivolidad. Fisk logra mantener un equilibrio perfecto entre humor y momentos de reflexión. Se exploran temas como el poder, la fama, la corrupción política y la búsqueda de significado. La película no se limita a mostrar el encuentro; también revela las ansiedades de ambos personajes, sus miedos y sus aspiraciones. La escena en la que Elvis intenta convencer a Nixon de la necesidad de la ley contra las drogas es particularmente efectiva, combinando humor y un sentimiento genuino de preocupación por el bienestar de la nación. El ritmo es dinámico y la película está llena de pequeñas dosis de humor, desde la frustración de los asesores presidenciales hasta los intentos de Elvis de “lucir” al presidente.
Sin embargo, “Elvis & Nixon” no está exenta de fallos. Algunos diálogos resultan un poco forzados y el ritmo, en ciertos momentos, se siente un poco apresurado. A pesar de ello, la película logra mantenerse interesante y ofrece una perspectiva poco común sobre dos figuras emblemáticas de la cultura popular. Es una comedia inteligente que invita a la reflexión y que demuestra que incluso los encuentros más inesperados pueden ofrecer momentos memorables. La película funciona mejor como una comedia peculiar y reflexiva que ofrece un parpadeo de humor en un mundo a veces demasiado serio.
Nota: 7.5/10
