“Emily la estafadora” es una película que, a pesar de sus ambiciones, termina por sentirse un poco desequilibrada, una mezcla de aspiraciones de thriller criminal con una dosis extra de melodrama. La historia, en esencia, es sencilla y, en principio, promete un retrato crudo y realista de la precariedad económica y la desesperación en Los Ángeles. Nos presenta a Emily (Charlize Theron), una joven con un pasado complicado, con una deuda estudiantil abrumadora y con pocas oportunidades laborales, que termina arrastrada a un peligroso esquema de estafas con tarjetas de crédito. La trama se desarrolla a partir de ahí, escalando en intensidad hasta un desenlace inevitablemente dramático.
La dirección de Dee Rees, a la que ya conocía por "La Voz Misionera", aporta una estética visual cuidada, dominada por una paleta de colores apagados que refleja el ambiente sombrío y desesperanzador de la vida de Emily. La fotografía de Larkin Bennett captura magistralmente la atmósfera de Los Ángeles, desde las lujosas calles de Beverly Hills hasta los callejones oscuros del sudeste, creando un contraste significativo entre la riqueza y la pobreza. Sin embargo, a veces la dirección se ve un poco agobiada por el deseo de visualizar la desesperación de Emily, lo que resulta en escenas que, aunque bien filmadas, son un poco redundantes.
Charlize Theron, como siempre, ofrece una actuación brillante. Llevada a cabo con una intensidad sutil pero palpable, transforma a Emily en un personaje complejo y moralmente ambiguo. La Theron no se limita a interpretar un papel, sino que parece encarnar la desesperación, el miedo y la determinación de la protagonista. Los actores secundarios, como Javon Walton y Colton Dunn, también cumplen su cometido, aunque sus personajes, en general, se reducen a arquetipos y no alcanzan un desarrollo profundo. No obstante, Walton, en particular, aporta una frescura interesante a la historia.
El guion, sin embargo, es donde la película se revela más problemática. Si bien la premisa es atractiva, la ejecución es a veces torpe. Se introducen demasiadas subtramas y personajes secundarios que, en última instancia, no contribuyen significativamente a la trama principal. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión intensa con pausas innecesarias y diálogos que, en ocasiones, se sienten forzados. Además, el clímax, aunque efectivo en términos de impacto emocional, parece un poco precipitados y carente de un desarrollo narrativo más profundo.
“Emily la estafadora” es, por lo tanto, una película con potencial que no logra materializarlo plenamente. La actuación de Theron y la dirección de Rees son puntos fuertes, pero el guion y el ritmo carecen de la cohesión necesaria para transformarla en una experiencia cinematográfica verdaderamente memorable. Se trata de una película que, a pesar de sus virtudes técnicas, termina por sentirse un poco superficial y decepcionante.
Nota: 6/10