Emma. (2020)

La adaptación de la obra de Jane Austen, ‘Emma’, dirigida por Autumn de Wilde, no es solo una re-interpretación, sino un respiro vibrante y, en muchos aspectos, sorprendente de las habituales versiones cinematográficas de la autora. Wilde ha logrado capturar la esencia de la novela mientras le otorga una modernidad y un pulso visual que desafían las expectativas, sin perder la delicadeza y la inteligencia que caracterizan el mundo de Austen.

El punto de partida de la película reside en la personalidad de Emma Woodhouse, interpretada de forma magnífica por Anya Taylor-Joy. Taylor-Joy se desdobla con maestría, mostrando la presunción, la seguridad en sí misma y, al mismo tiempo, la fragilidad y la vulnerabilidad que se esconden bajo esa fachada. Emma no es simplemente una joven rica y mimada; es una mujer con una aguda inteligencia social, aunque con una tendencia a la arrogancia que la lleva a meterse donde no debe. El guion, adaptado por Sandy Lerner y Alice Howroyd, evita caer en estereotipos simplistas y, en su lugar, explora las consecuencias de la confianza excesiva y la falta de empatía. La relación entre Emma y Harriet Smith es el núcleo emocional de la película y, aunque la trama romántica es la esperada, el verdadero interés reside en el desarrollo de su amistad y en las dificultades que Emma encuentra al intentar, a veces sin éxito, mejorar la vida de los demás.

La dirección de Wilde es audaz y visualmente impactante. La película se beneficia de escenarios espectaculares, especialmente en la impresionante casa de los Woodhouse, que se convierte en un personaje en sí mismo. El uso de colores saturados y la fotografía de Lionel Mastroianni crean una atmósfera que evoca la época, pero también añade un toque moderno y ligeramente onírico. El diseño de vestuario es impecable, reflejando la época y la clase social de los personajes con una atención al detalle que no suele encontrarse en adaptaciones cinematográficas. No obstante, el ritmo de la película podría haber sido más dinámico en algunos momentos, aunque esta lentitud contribuye a la atmósfera de introspección que busca crear.

Las actuaciones de la compañía completa son sólidas. Bill Nighy como el abuelo de Emma ofrece momentos de ternura y humor, mientras que Romola Garlick, como Miss Taylor, aporta una elegancia y una sabiduría innegables. Sin embargo, es Taylor-Joy quien realmente destaca, logrando dar vida a un personaje complejo y contradictorio. Su interpretación está repleta de matices, mostrando tanto la seguridad como la inseguridad de Emma. La película no rehúye de la crítica social, y la película explora las limitaciones que enfrentan las mujeres de la época, y cómo estas se manifiestan en las oportunidades limitadas para su desarrollo personal y profesional. Se consigue plasmar una sensación de frustración, pero también de esperanza, en un mundo que parece estar diseñado para silenciarlas.

Nota:** 8/10