En alas de la danza (1936)

“En alas de la danza” (Shall We Dance?) es una película que, a primera vista, puede parecer una simple comedia romántica musical, pero en realidad es mucho más que eso. Se trata de una pieza que, a pesar de algunas peculiaridades, logra evocar un sentimiento nostálgico y una admiración por la magia del baile y la belleza del cine clásico. La dirección de Gene Kelly es magistral en su capacidad para encapsular la época, un ambiente de finales de los años 30 y principios de los 40, con una estética cuidada y un ritmo narrativo que permite disfrutar plenamente de los números musicales.

Fred Astaire, en el papel de John "Lucky" Garnett, entrega una interpretación impecable, encarnando la elegancia y el encanto característicos del actor. Su danza es, como siempre, hipnótica, pero aquí Kelly logra mostrar un lado más vulnerable y melancólico de su personaje, en contraste con la brillantez técnica que a menudo asociamos con él. La química entre Astaire y Ginger Rogers, sin embargo, es el verdadero corazón de la película. Su interacción es sutil, llena de momentos de complicidad y complicación, y el desarrollo de su romance es gradual y creíble, lejos de los clichés del género. La relación no se construye con persecuciones descaradas, sino con miradas, gestos y la complicidad compartida en la danza, lo que la hace mucho más resonante.

Sin embargo, la película no está exenta de debilidades. El guion, en algunos momentos, resulta algo predecible y las situaciones, a pesar de ser entretenidas, a veces resultan forzadas. La trama secundaria, con la rivalidad con el bailarín rival, es un tanto exagerada y no aporta nada esencial a la historia principal. No obstante, estos pequeños defectos son rápidamente compensados por la brillantez de la coreografía y la belleza de las imágenes. La música, compuesta por Joseph Germaid y Herbert Strony, es, en general, excelente, y los números musicales son verdaderamente memorables, combinando de forma exquisita la danza, la música y la narrativa.

Además, la película ofrece una representación interesante de la sociedad de la época, reflejando las expectativas sociales hacia la mujer y el papel del artista en ese contexto. La idea de que el baile es la única vía de éxito para John, y el conflicto que surge cuando ese éxito le permite reconsiderar su matrimonio, plantea una reflexión interesante sobre el valor del arte y la felicidad personal. La película, en definitiva, es un recordatorio de la importancia de perseguir tus sueños, pero también de valorar las relaciones que te rodean.

Nota: 7.5/10