En busca de Bobby Fischer (1993)

“En Busca de Bobby Fischer” no es, estrictamente hablando, una película que narre una historia grandiosa. Es más bien un retrato íntimo y delicado de la obsesión, el deseo de superación y la compleja relación padre-hijo. Jonathan Demme logra un ejercicio de observación paciente, evitando juicios moralizantes y ofreciendo una visión honesta de cómo se construye el camino hacia la excelencia, incluso cuando este es pavimentado con sacrificio y, posiblemente, con el alma. La película no se enfoca en la estrategia del ajedrez en sí, sino en la transformación de Josh Waitzkin, un niño prodigio, y en el impacto que su determinación tiene en el mundo de sus padres, Arnold y Michelle.

La dirección de Demme es magistral en su simplicidad. No recurre a clichés ni a montajes espectaculares. Se centra en los pequeños detalles, en las microexpresiones de los personajes, en la atmósfera contenida de los dobles y triples turnos de ajedrez. Hay una belleza inherente en la lentitud, en la contemplación, en el silencioso enfrentamiento entre los jugadores. La película construye una tensión sutil, no a través de acción, sino a través del suspense psicológico. La música, minimalista y evocadora, refuerza esta atmósfera de introspección y anticipación. El uso de la cámara, a menudo baja, permite al espectador conectar a nivel visual con la determinación inquebrantable de Josh.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Benicio del Toro ofrece una interpretación sobresaliente como Josh Waitzkin. Logra transmitir la intensidad de su concentración, su vulnerabilidad, su frustración y su creciente ambición, todo ello sin caer en la caricatura. Su mirada, en particular, es increíblemente conmovedora. Laurence Fishburne, como Arnold Waitzkin, aporta una honestidad y una humanidad palpables al personaje. Su desesperación por “proteger” a su hijo, por influir en su desarrollo, es comprensible y, al mismo tiempo, preocupante. Michelle Pfeiffer, como Michelle Waitzkin, interpreta con sutileza un papel crucial, representando el lado más empático y, a veces, frustrado de la familia. El juego de matices entre los actores es perfecto, permitiendo que las complejidades de sus personajes brillen.

El guion, adaptado de la autobiografía de Waitzkin, es inteligente y evita la simplificación excesiva. Muestra la relación padre-hijo como un campo de batalla donde ambos se esfuerzan por encontrar un equilibrio. No se presenta a Arnold como un villano que manipula a su hijo, sino como un hombre apasionado por el ajedrez y que, aunque lo haga de forma a veces errónea, busca lo mejor para su hijo. La película plantea preguntas sobre la naturaleza del talento, la presión, la responsabilidad y la importancia de la identidad personal. Se deja la puerta abierta a la reflexión, dejando que el espectador decida si la búsqueda del éxito, incluso si se define como convertirse en un Bobby Fischer, justifica el coste personal.

A pesar de su ritmo pausado, "En Busca de Bobby Fischer" es una película profundamente emotiva y resonante. Es una obra que nos recuerda que el camino hacia la excelencia es a menudo complicado, lleno de sacrificios y, en última instancia, un asunto personal.

Nota: 8.5/10