“En campaña todo vale” es una película que se presenta como un torbellino de sátira política, y en gran medida, cumple con esa promesa. Dirigida por Jay Roach, un nombre familiar gracias a las exitosas reinvenciones de Austin Powers, la película se centra en la implacable campaña electoral de una zona rural de Carolina del Norte, donde dos hombres, cada uno con sus propios secretos y ambiciones, se enfrentan para obtener un puesto en el congreso. La película no busca ser un retrato realista del mundo político, sino más bien un espejo deformante que refleja la agresividad, la hipocresía y el absurdo que a menudo pueden encontrarse en las campañas electorales.
Roach, a pesar de su experiencia en comedias explosivas, demuestra una sensibilidad considerable al construir el drama en el que se desenvuelven los personajes. La película se centra en la progresiva degradación de los involucrados, donde la necesidad de ganar erosiona su ética y los lleva a tomar decisiones cada vez más cuestionables. La dirección es pulida y mantiene un ritmo dinámico que, aunque a veces se apoya en el exagerado, siempre resulta entretenido. El juego visual es inteligente, utilizando el espacio rural y la iluminación para enfatizar la tensión y el contraste entre la imagen pública idealizada y la realidad turbia de la campaña.
Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Seth Rogen y Kyle Richards, en los papeles principales, ofrecen interpretaciones convincentes, equilibrando la comedia con momentos de genuina emoción. El contraste entre sus personajes – un candidato experimentado y un nuevo impulsor – es clave para el desarrollo de la trama, y ambos actores logran transmitir la creciente frustración y desesperación de sus personajes. El resto del reparto, incluyendo a Danny McBride y Rob Lowe, añade capas adicionales de humor y carácter a la narrativa. McBride, en particular, destaca por su inconfundible y a menudo perturbador sentido del humor.
Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El guion, aunque en su mayoría ingenioso y bien estructurado, cae en algunos clichés de la comedia política y a veces recurre a un humor un tanto gratuito. El desarrollo de algunos personajes secundarios se siente un tanto apresurado, y algunos diálogos, aunque divertidos, podrían haberse pulido para mayor impacto. No obstante, la película consigue, en general, mantener una visión fresca y sorprendente de un género a menudo considerado aburrido. La película no se toma a sí misma demasiado en serio y, en ese sentido, es una victoria notable. La crítica no se limita a las chusas y exageraciones, sino que busca la motivación de cada personaje y su proceso de cambio.
En definitiva, “En campaña todo vale” es una comedia política inteligente y entretenida que ofrece una mirada mordaz al mundo de la política estadounidense. Aunque no es una obra maestra, es un entretenimiento sólido que, en su mayoría, logra sumergir al espectador en su absurdo. La película es un buen ejemplo de cómo el humor puede ser utilizado para criticar instituciones y comportamientos.
Nota: 7/10