“En compañía de extraños” es, en última instancia, una película que se consume con una mezcla de incomodidad y fascinación. Dirigida por Todd Haynes, la cinta no busca ofrecer un entretenimiento ligero, sino un incómodo retrato de la vulnerabilidad, la paranoia y los mecanismos de defensa psicológicos que a veces se invocan en el seno de las relaciones. La película se centra en la tensa dinámica entre Kate (Joaquin Phoenix) y Justin (Jamie Dornan), una pareja londinense en la dulce espera de su primer hijo, y Theresa (Naomi Watts), su nueva vecina, y Jon (Ben Mendelsohn), que también están embarazados. Haynes teje una atmósfera opresiva desde el principio, aprovechando la arquitectura del edificio donde viven para simbolizar las paredes que se construyen entre las personas, las barreras que nos impiden realmente conectar con nuestros semejantes.
La dirección de Haynes es magistral en su capacidad para evocar una sensación constante de desasosiego. Las escenas son meticulosamente diseñadas, con una paleta de colores apagada y una iluminación que favorece los espacios cerrados y la oscuridad, reflejando el estado emocional de los personajes. La banda sonora, a menudo minimalista y inquietante, contribuye a la atmósfera de inquietud, creando un efecto de suspenso que se mantiene durante toda la película. No es una película que se pueda ver de manera casual; requiere atención y una cierta disposición a confrontar la complejidad de las relaciones humanas y sus posibles consecuencias.
Las actuaciones son excepcionales. Joaquin Phoenix, en particular, ofrece una interpretación perturbadora y profundamente conmovedora de Kate. Su personaje es un individuo encerrado en sí mismo, incapaz de expresar sus miedos y ansiedades, y cuya paranoia se alimenta de la presencia de Theresa. Naomi Watts, por su parte, interpreta a Theresa con una sutileza y una ambigüedad que la convierten en una figura fascinante y, a la vez, inquietante. Ben Mendelsohn, como Jon, aporta una sutil pero palpable sensación de inquietud, sin revelar sus verdaderas motivaciones. La química entre los actores es palpable, contribuyendo a la sensación de tensión que impregna la película.
El guion, escrito por Tony Kushner, es una joya. La película explora con inteligencia y profundidad la idea de la mirada ajena como una amenaza a la identidad y al control que creemos tener sobre nuestras vidas. La narrativa se construye lentamente, sin recurrir a clichés ni a melodramas baratos. La película no ofrece respuestas fáciles ni explicaciones lógicas, sino que se concentra en mostrar las consecuencias de la paranoia, la celos y la desconfianza. La película sugiere, más que afirmar, que la verdadera amenaza no reside en el "extraño" del exterior, sino en los fantasmas de nuestro propio interior. Es una exploración cautivadora de la condición humana y el precio del miedo.
Nota: 8.5/10