“En compañía de lobos” es un debut cinematográfico de Mark Wieder, un director con una sensibilidad particular, y la película emerge como una experiencia visualmente cautivadora y emocionalmente resonante, aunque no exenta de algunas vacilaciones narrativas. La historia, en esencia, es simple: Rosaleen, atormentada por la pérdida de su hermana y la crueldad de un animal que la arrasó, regresa al hogar rural de su abuela, una mujer que, a su vez, se nutre de leyendas locales sobre hombres lobo y la peligrosidad de los hombres. No es una historia nueva, pero Wieder la envuelve con una atmósfera densa y un sentido del horror psicológico que pocas veces se ve en el género.
La dirección de Wieder es, sin duda, el punto fuerte de la película. El paisaje, brutalmente bello y desolador, se convierte en un personaje más. La fotografía de John Stifel es exquisita, utilizando la luz y la sombra para construir una sensación constante de inquietud, de que algo acecha en la periferia de la visión. Los planos largos, la composición cuidadosa y el uso del color, especialmente en las escenas nocturnas, contribuyen a crear una atmósfera opresiva que refleja el estado mental de Rosaleen. El sonido es igualmente importante, con una banda sonora minimalista pero efectiva que intensifica la tensión y el terror. Hay una evidente influencia de cineastas como Robert Wiene y Howard Hawks, pero Wieder consigue crear una identidad propia, que se centra en la experiencia interna del protagonista.
El papel de Rosaleen, interpretado por una asombrosamente convincente Holly Hunter, es el corazón de la película. Hunter no recurre a gritos o sobresaltos baratos; en su lugar, construye a Rosaleen como una mujer quebrada, atormentada por el trauma y la soledad. Su actuación es sutil pero poderosa, transmitiendo la desesperación, el miedo y la necesidad de encontrar respuestas. El resto del reparto es competente, pero las actuaciones son más funcionales que memorables. Sin embargo, la propia Hunter es suficiente para elevar considerablemente el nivel de la película.
El guion, aunque sólido, presenta algunas áreas de mejora. La trama, aunque efectiva para generar tensión y una sensación de peligro inminente, se vuelve un tanto repetitiva en el desarrollo. El simbolismo de los lobos, aunque presente, no siempre se explora con la profundidad que merece, y algunos de los diálogos resultan un tanto artificiosos. La película se beneficia mucho de la ambigüedad; no explica completamente la naturaleza de los eventos, dejando al espectador con espacio para la interpretación. Esto es, en principio, una ventaja, pero a veces puede sentirse que se evita la resolución de ciertos conflictos. La película juega con la idea de la “locura” y la “realidad”, una temática que, si bien interesante, podría haberse explorado con mayor profundidad y coherencia. La película, en definitiva, funciona mejor como una exploración del luto y la soledad, en lugar de una narración convencional de terror.
Nota: 7/10