En el nombre de mi hija (2016)

“En el nombre de mi hija” es un thriller psicológico lento y meticulosamente construido que, aunque no ofrece respuestas fáciles, consigue mantenerte enganchado desde el principio hasta el final, no tanto por la acción sino por la atmósfera opresiva que se cierne sobre cada escena. La película, dirigida con maestría por Edward Berger, no busca la espectacularidad o los giros argumentales típicos del género, sino que se centra en el dolor, la obsesión y la fragilidad de la memoria, elementos que explora con una intensidad sorprendente.

La historia, basada en la novela de Joël Dicker, nos presenta a André Bamberski, interpretado magistralmente por Ornella Morretti. Su actuación es el corazón palpitante de la película. Morretti logra transmitir la desesperación, el resentimiento y la determinación de un padre consumido por la búsqueda de la verdad. No es un papel fácil; el personaje es complejo, a veces incluso repulsivo, pero la actriz lo hace profundamente humano y creíble. La dirección, apoyada por la composición fotográfica sombría y fría, realza la sensación de aislamiento y desorientación que experimenta el protagonista. Cada plano, cada encuadre, contribuye a la construcción del relato.

El guion, adaptado de la novela, es el punto fuerte y, a la vez, el más debatible de la película. Dicker es conocido por sus estructuras narrativas intrincadas y esta adaptación, aunque efectiva para crear tensión, puede resultar algo confusa a veces. Hay un exceso de detalles, de digresiones que, si bien sirven para construir el misterio, también ralentizan el ritmo y requieren una gran atención por parte del espectador. A pesar de ello, la película consigue tejer un tapiz de sospechas y posibles sospechosos, dejando al espectador con la duda constante de quién es el verdadero culpable y qué verdades se ocultan tras la máscara de la normalidad.

Las actuaciones secundarias son sólidas, con destacada actuación de Lars Eiber, que interpreta al Dr. Krombach, el padrastro de Kalinka. La química entre Morretti y Eiber es palpable, creando un ambiente de sospecha y desconfianza que alimenta la narrativa. Sin embargo, es la dirección artística la que realmente marca la diferencia. La película se desarrolla en un entorno gótico y austero, que refleja el estado mental del protagonista y la naturaleza sombría de los eventos. El uso de la música es minimalista, pero efectivo, intensificando los momentos clave de la trama.

En definitiva, "En el nombre de mi hija" es una película inquietante y reflexiva, que explora las profundidades de la pérdida, la obsesión y la dificultad de reconstruir la verdad. Si bien su ritmo pausado y su complejidad narrativa pueden no ser del gusto de todos, quienes disfrutan de los thrillers psicológicos que desafían al espectador a pensar y a cuestionar, sin duda, se sentirán atraídos por esta película que deja una huella duradera. Es una experiencia cinematográfica intensa y memorable.

Nota: 7/10