“En la mili, americana” es una película que te golpea con una intensidad sorprendente, no por efectos especiales grandilocuentes o una trama repleta de giros argumentales, sino por la autenticidad con la que retrata el choque entre la idealización de la guerra y la brutal realidad del combate. La película, dirigida por Roger Donaldson, se basa en una premisa sencilla: un joven, Bone Conway, decide alistarse en la Reserva para evitar un trabajo miserable y disfrutar de las comodidades que ofrece el ejército. Sin embargo, su relativa tranquilidad se evapora cuando es reclutado para una misión de alto riesgo en Vietnam, una tarea que pondrá a prueba sus convicciones y su propia supervivencia.
Donaldson, con un estilo directo y sin artificios, consigue transmitir el nerviosismo y la incertidumbre de un joven catapultado a un escenario de horror. El ritmo de la película es medido, permitiendo que el espectador se sumerja en la atmósfera opresiva de la jungla vietnamita. La cinematografía, a pesar de no ser espectacular, es eficaz para crear tensión y para mostrar el impacto psicológico de la guerra en los personajes. Se evita la glorificación del combate, presentando las batallas con crudeza y sin romantizar la violencia. Esto es, en mi opinión, uno de los puntos fuertes de la película.
Las actuaciones son sobresalientes. Matt Dillon, en el papel principal, ofrece una interpretación magnética. Logra mostrar la evolución de Bone de un joven descreído y pragmático a un hombre traumatizado por la guerra. Su mirada, a menudo reflejando la duda y el miedo, es el motor de la historia. El resto del reparto, con Robert Loggia y Sam Bottomley, cumplen con creces, aportando matices a los personajes secundarios. Loggia, en particular, merece una mención especial por su interpretación de un sargento experimentado que lucha por mantener la moral de su escuadrón.
El guion, aunque no se adentra en la complejidad de la Guerra de Vietnam, está bien construido. Se centra en la experiencia personal de Bone, explorando temas como el honor, la lealtad, la pérdida y la fragilidad de la vida. La película no pretende ofrecer respuestas fáciles ni juicios morales. En cambio, plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza de la guerra y el costo humano del conflicto. Aunque algunos diálogos pueden sentirse algo artificiosos, la trama se mantiene sólida y el desarrollo del personaje principal es convincente. La película no rehúye la representación de la pérdida y el trauma, mostrando la devastación que la guerra inflige en las personas, tanto en el campo de batalla como en el regreso a casa. La subtrama con el sargento, y el dilema ético que plantea, añade una dimensión adicional a la historia.
Nota: 7.5/10