“En la puerta de casa” (Home of Mercy), la película de Jay Anista y el primer largometraje de Michael Mohan, es una obra inquietante y sutil que se instala en la mente como una respiración densa y asfixiante. La película no busca grandes espectáculos ni efectos especiales; su poder reside en la atmósfera opresiva que se crea, y en la gradual erosión de la cordura de su protagonista, Brad (Rory Cochrane), ante un escenario de apocalipsis urbano contenible.
La dirección de Mohan es precisa y minimalista, favoreciendo la observación a través de la cámara, en lugar de la acción. Se establece una tensión constante, no explicada directamente, que se siente más que se muestra. El uso de la luz y la sombra, la iluminación cálida inicial que contrasta con la oscuridad que se cierne al final, es magistral, y sirve para subrayar el deterioro psicológico de Brad. Hay una belleza perturbadora en la lentitud de la película, en la forma en que Mohan permite al espectador experimentar el horror, más que observarlo.
Rory Cochrane ofrece una actuación sublime. Su Brad es un hombre ordinario, un padre que intenta mantener la normalidad en un momento de caos. La interpretación es sutil, expresada principalmente a través de sus ojos y su lenguaje corporal, un miedo palpable y creciente. No se le da ningún giro dramático, ni momentos de heroísmo; simplemente un hombre que intenta proteger a su familia, y que lentamente pierde el control. La película se sostiene completamente sobre el peso de la actuación de Cochrane. Mary McCormack también ofrece un buen trabajo como Lexi, transmitiendo la preocupación y el miedo de la esposa de Brad, aunque su papel es menos desarrollado, lo que no es necesariamente una desventaja en este contexto.
El guion, adaptado de un cuento de Donald Hall, es el corazón de la película. La historia no es sobre la causa del ataque, sino sobre las consecuencias inmediatas, la desconfianza y el miedo. El guion explora temas como el aislamiento, la vulnerabilidad humana, la pérdida de la seguridad y la fragilidad de las relaciones familiares. La película se centra en la lógica interna de Brad, en su necesidad irracional de encontrar a su mujer, incluso cuando el mundo exterior le dice que no debe hacerlo. La ambigüedad sobre la causa del ataque, aunque puede frustrar a algunos espectadores, contribuye a la atmósfera de incertidumbre y paranoia. La película, en última instancia, es un estudio de la desesperación, un retrato del miedo a lo desconocido y el potencial para que la locura florezca en el aislamiento.
“En la puerta de casa” no es una película para todos. Su ritmo pausado y su enfoque en la psicología del personaje principal pueden resultar decepcionantes para aquellos que buscan acción y resolución. Sin embargo, para los espectadores dispuestos a sumergirse en un relato inquietante y atmosférico, es una experiencia cinematográfica inolvidable. Es un testimonio del poder de la dirección, la actuación y el guion para crear una historia que resuena mucho después de que los créditos finales hayan rodado.
Nota: 7/10