“En Lo Profundo” es una película que se instala bajo la piel, no por su virtuosismo técnico, sino por su inquietante atmósfera y la palpable desesperación de su protagonista. Es una de esas películas que, aunque no siempre ofrece respuestas claras, te obliga a permanecer enganchado, a adivinar y a formular tus propias interpretaciones sobre la oscura realidad que se presenta. La dirección de Daniel Serrano es, sin duda, uno de sus mayores atractivos. Serrano logra crear un ambiente opresivo desde el principio, utilizando un lenguaje visual rico en simbolismo y una paleta de colores apagados, casi monocromática, que refuerza la sensación de aislamiento y decadencia que impregna el pequeño pueblo al que regresa la protagonista.
El personaje central, interpretado magistralmente por Julia Sanovszky, transmite una vulnerabilidad inquietante. Su Martha está consumida por un dolor profundo y una necesidad imperiosa de huir, no sólo de su pasado, sino también de su presente. Sanovszky ofrece una actuación contenida, pero intensamente emotiva, basada en miradas y gestos que revelan la profundidad de su sufrimiento. No se trata de una mujer dramática, sino de alguien que ha perdido la esperanza y que, al encontrarse con la promesa de un escape, se entrega a una ilusión peligrosa. La dinámica entre Martha y el extraño, interpretado con una cautelosa intensidad por Sergio Serrano (no su hermano, como algunos podrían pensar), es el corazón de la película. La tensión se construye de manera sutil, a través de miradas robadas, silencios incómodos y un juego de desconfianza que es tan devastador como revelador.
El guion, aunque lento en su desarrollo, es efectivo en la creación de una atmósfera claustrofóbica y en la exploración de temas como el trauma, la culpa y la pérdida de la inocencia. No hay giros argumentales espectaculares ni sustos fáciles. La película se basa en la sugerencia y en el juego psicológico, dejando que el espectador rellene los espacios en blanco. El ritmo pausado puede frustrar a algunos, pero contribuye a la sensación de incomodidad y a la progresiva desintegración de la protagonista. Es una película que se presta a la interpretación, y que ofrece diferentes lecturas según la experiencia del espectador. La dirección de fotografía, realizada por Guillermo García-Peña, es excelente, creando planos memorables y utilizando el entorno rural como un personaje más. La música, minimalista y evocadora, aclara aún más la atmósfera de inquietud.
Aunque "En Lo Profundo" no es una película para todos los gustos, para aquellos que aprecien el cine psicológico, la dirección artística cuidadosa y las interpretaciones sutiles, es una experiencia cinematográfica verdaderamente memorable. Es un retrato sombrío y perturbador de la soledad humana y de la fragilidad de la memoria. No ofrece soluciones fáciles, pero nos invita a reflexionar sobre las heridas que nos acompañan y sobre la dificultad de escapar de nuestro propio pasado.
Nota: 7/10