En tercera persona (2013)

“En tercera persona” es una película que se presenta como un experimento narrativo ambicioso, y en gran medida, lo logra. La dirección de Taika Waititi, usualmente asociada con comedias como “Jojo Rabbit”, demuestra una notable capacidad para navegar por la complejidad de contar tres historias de amor entrelazadas, pero con un ritmo que, en ocasiones, se siente un tanto desordenado. Waititi opta por una estética visualmente atractiva, aprovechando al máximo la belleza de las ciudades que elige como telón de fondo: la melancolía de París, la vibrante energía de Nueva York y la histórica elegancia de Roma. Sin embargo, la ambición a veces le impide a la película consolidar una narrativa coherente, dejando que las historias individuales fluyan de forma a veces difusa, perdiendo el impacto emocional que se podría haber logrado.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Liam Neeson ofrece una interpretación sutil y profundamente conmovedora como un hombre devastado por la separación y atormentado por un pasado doloroso. Su presencia en pantalla es magnética, transmitiendo la tristeza y la confusión de un hombre que lucha por encontrar un nuevo sentido a su vida. Olivia Wilde complementa a Neeson con una interpretación igualmente fuerte, capturando la ambivalencia y la complejidad de su personaje. Mila Kunis, por su parte, entrega una interpretación que oscila entre la desesperación y la resistencia, transmitiendo la angustia de una madre que se ve enfrentada a la pérdida y la incertidumbre. Adrien Brody, como el empresario estadounidense, aporta un aire de sofisticación y vulnerabilidad a la trama, aunque su arco narrativo se siente, en ocasiones, menos desarrollado que el de los demás personajes centrales. La interpretación de Moran Atias como la gitana es particularmente cautivadora, dotando a su personaje de una fuerza y una determinación innegables.

El guion, aunque inteligente, presenta algunos problemas de ritmo. La estructura narrativa, con las tres historias que se entrecruzan y se revelan en paralelo, es intrincada y requiere una atención constante por parte del espectador. Sin embargo, la película a veces se pierde en detalles superfluos y secuencias que, aunque visualmente interesantes, no contribuyen significativamente al desarrollo de la trama. La exploración de los temas del amor, el deseo, la pérdida y la identidad es interesante, pero la película no profundiza lo suficiente en los personajes y sus motivaciones, lo que dificulta la conexión emocional con la historia. La escritura es deliberadamente fragmentada, lo que obliga al espectador a reconstruir las piezas y a formar su propia interpretación de los eventos. Esto puede ser gratificante para algunos, pero para otros, puede resultar frustrante.

A pesar de sus defectos, “En tercera persona” es una película que merece la pena ver por su ambición, su estética visual y las sólidas interpretaciones de su reparto. Es un experimento narrativo que, aunque no siempre exitoso, ofrece una perspectiva fresca y original sobre las complejidades del amor y las relaciones humanas. La película invita a la reflexión y al debate, y deja una impresión duradera en el espectador.

Nota: 7/10