En tierra de sangre y miel (2011)

“En tierra de sangre y miel” (U zemlji krvi i meda) no es simplemente una película de guerra; es una desgarradora meditación sobre el costo humano del conflicto, la dificultad de mantener la esperanza en medio de la brutalidad y la pérdida irreparable del amor. Dirigida por Danijel Živković, la película se sumerge en las profundidades del horror de la Guerra de los Balcanes, centrándose en las vidas entrelazadas de Danijel, un policía serbio, y Ajla, una joven artista bosnia-musulmana, cuyas vidas se fragmentan bajo el peso de la violencia. La película se construye lentamente, con una precisión inquietante que resalta la gradual erosión de la paz y la normalidad.

La dirección de Živković es magistral. Evita el melodrama barato y la glorificación del heroísmo. En cambio, opta por un realismo crudo y una estética sombría que refleja el desolador estado emocional de los personajes. La película utiliza un colorado intenso para las escenas de guerra, un color que se siente como sangre seca, enfatizando la persistencia del trauma. El ritmo pausado, aunque puede frustrar a algunos espectadores ávidos de acción, es crucial para la efectividad de la película; permite que la desesperación y la duda se instalen en el espectador, haciéndonos sentir lo que sienten los protagonistas.

Las actuaciones son excepcionales. Predomina, por supuesto, la de Markoator Kraljević como Danijel, un hombre atormentado que lucha por mantener su humanidad en medio de la barbarie. Su interpretación es sutil pero profundamente conmovedora, transmitiendo la confusión, el arrepentimiento y la impotencia de un hombre que ve su mundo desmoronarse. Pero es el retrato de Jasmina Đurić como Ajla el que realmente marca la película. La vemos transformarse de una joven artista vibrante a una mujer marcada por el miedo y la pérdida, sin renunciar a su espíritu, aunque este quede visiblemente herido. Sus ojos, en particular, son un testimonio de la tragedia que sufre.

El guion, adaptado de la novela homónima de Petar Milic, es la joya de la corona. No es un relato de batallas o tiroteos, sino una disección del impacto psicológico de la guerra en las relaciones personales. La película explora la complejidad de la lealtad, la dificultad de elegir entre la identidad nacional y los lazos individuales, y la incapacidad de escapar del pasado, incluso cuando se intenta avanzar. La trama se desarrolla con una lentitud deliberada, construyendo la tensión y el conflicto de manera orgánica, centrándose en los pequeños detalles y en los silencios entre los personajes. El guion evita simplismos y ofrece una visión matizada de un período oscuro de la historia, sin caer en la propaganda ni en la victimización.

La película no ofrece soluciones fáciles. No hay héroes ni villanos, solo personas atrapadas en circunstancias extremas, luchando por sobrevivir y mantener algo de dignidad ante la adversidad. "En tierra de sangre y miel" es una obra poderosa y perturbadora que nos recuerda la fragilidad de la paz y el costo incalculable del conflicto. Es una película que permanece contigo mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 8.5/10