Encrucijada (1942)

“Encrucijada” (Crossroads) es un thriller psicológico que, aunque no llega a ser una obra maestra, logra cautivar gracias a su atmósfera claustrofóbica y a la constante sensación de paranoia que impregna la narrativa. La película, dirigida por Paul Schrader, se centra en Henry, interpretado con una intensidad palpable por William Powell, un diplomático de alta categoría que se despierta de una amnesia profunda y descubre que ha cambiado su identidad y se encuentra en medio de un peligroso juego de sombras. Schrader, conocido por su maestría en el género negro y thrillers con personajes moralmente ambiguos, construye un relato donde la verdad es un objetivo esquivo y la confianza es un lujo que Henry no puede permitirse.

La dirección de Schrader es notable en su capacidad para generar tensión. Utiliza tomas largas y contemplativas, con una iluminación sombría y un sonido envolvente, para desorientar al espectador y reflejar la confusión interna de Henry. No hay explosiones ni persecuciones frenéticas; la amenaza se materializa a través de encuentros furtivos, notas anónimas y miradas de desconfianza. Este enfoque, lejos de ser aburrido, crea una atmósfera de anticipación constante, similar a la de una novela de suspense clásica. El uso de la fotografía de Stuart Bovatt, con sus tonos apagados y contrastes sutiles, contribuye a este efecto, reforzando la sensación de que estamos entrando en la mente turbia de un hombre perdido.

La actuación de William Powell es, sin duda, el corazón de la película. Le entrega un retrato impecable de un hombre atormentado por su pasado y luchando por reconstruir su identidad. Powell no se limita a interpretar un héroe moralmente blanco; explora las grietas de un alma en crisis, mostrando una vulnerabilidad y una desesperación que son profundamente convincentes. Además, la química entre Powell y la actriz que interpreta a su posible cómplice, interpretada con reserva y un aire de misterio por parte de Francesca Dellaccio, es excelente y añade una capa adicional de complejidad al relato. La relación entre ambos personajes se desarrolla de manera gradual y sutil, alimentando la interrogante sobre quién es el verdadero enemigo.

El guion, escrito por Schrader, presenta un planteamiento inteligente y no exento de sorpresas. Aunque algunos diálogos pueden sentirse ligeramente artificiosos, la trama se desarrolla de forma coherente y mantiene al espectador enganchado gracias a sus giros argumentales y la constante ambigüedad moral. El film no ofrece respuestas fáciles; plantea preguntas sobre la naturaleza de la culpa, el perdón y la posibilidad de redención. Es un retrato de la fragilidad humana y de la dificultad de escapar del pasado, incluso cuando se intenta reinventarse. La película es más una exploración de la psique de un hombre que una resolución completa del misterio que lo rodea.

En definitiva, “Encrucijada” es una película que, aunque no revolucionaria, ofrece un thriller psicológico sólido y bien ejecutado. Su atmósfera opresiva, la excelente actuación de William Powell y la ambigüedad moral que impregna la trama la convierten en una experiencia cinematográfica recomendable para aquellos que buscan un suspense inteligente y que les guste la complejidad de los personajes.

Nota: 7/10