Encuentros en el más allá (1980)

“Encuentros en el Más Allá” (Greetings from Earth), la última película de Wong Kar-wai, no es un espectáculo visualmente deslumbrante en el sentido tradicional del género de terror. Es, en cambio, una película profundamente melancólica y sorprendentemente contemplativa, una meditación sobre la soledad, el arrepentimiento y la incapacidad de conectar verdaderamente con los demás. Wong Kar-wai abandona la exuberancia de sus trabajos anteriores, como "Chungking Express" o “Faça Como Se Fosse a Última Vez”, optando por una atmósfera de niebla perpetua, una paleta de colores apagados y un ritmo deliberadamente lento que envuelven al espectador en una sensación de desasosiego.

La historia, aunque simple en su concepción, es utilizada de forma magistral para explorar la psicología de Cheung (interpretado con una quietud devastadora por Tony Leung Chiu-wai). Su sospecha de infidelidad de su esposa, Lin (Carina Chan), actúa como el catalizador para una serie de encuentros macabros y perturbadores. Sin embargo, estas sucesos no se presentan como un remate de clichés del terror, sino como una forma de intentar, aunque sea en vano, comunicar sus sentimientos reprimidos. La película se centra en el proceso de comunicación fallido, en la frustración de no ser escuchado y en la persistente sensación de aislamiento. La relación entre Cheung y Lin está en el centro de la narrativa, y la actuación de Leung y Chan es, sencillamente, sublime. Su conexión, construida a través de miradas silenciosas y gestos sutiles, es mucho más poderosa que cualquier diálogo.

Wong Kar-wai maneja la dirección de forma excepcional, creando un ambiente visualmente rico y evocador. La cinematografía de Christopher Doyle y la edición de Patrick Tan son elementos cruciales para establecer el tono único de la película. El uso de la niebla no es solo decorativo; es una metáfora de la confusión, la incertidumbre y la incapacidad de discernir la verdad. La banda sonora, compuesta por Michael Bruck, complementa a la perfección la atmósfera de melancolía y desesperación. Las secuencias, aunque lentas, son visualmente impactantes y se aprovechan al máximo del encuadre, del color y del movimiento. La película no busca dar respuestas fáciles; en cambio, se presenta como una interrogación sobre la naturaleza humana y el peso del arrepentimiento.

Sin embargo, la lentitud del ritmo puede ser un factor limitante para algunos espectadores. La película exige paciencia y una disposición a aceptar la ambigüedad. No hay sustos baratos ni acción trepidante, sino una sensación constante de inquietud y una reflexión sobre la fragilidad de la vida y las relaciones humanas. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan finalizado, invitándote a contemplar las profundidades de la soledad y el misterio de la existencia.

Nota: 7/10