“Enemigo público” (Enemy Public, 2003), dirigida por Neil Burger, es una película que, a primera vista, parece un thriller político convencional. Sin embargo, bajo la superficie de las conspiraciones y la persecución, se esconde una pieza de cine inteligente y perturbadora que invita a la reflexión sobre la fragilidad de la verdad y el poder de la manipulación. La película, que hoy en día a menudo se clasifica como "neo-noir", logra un equilibrio singular entre la tensión y el drama psicológico, aunque no sin algunas inconsistencias en su desarrollo.
La dirección de Neil Burger es cautivadora. Logra mantener un ritmo constante, alternando entre la frenética búsqueda de Robert Clayton Dean (Gene Hackman) y las escenas que revelan su pasado, creando una atmósfera de creciente paranoia. La película se beneficia enormemente de la fotografía de Peter Deming, con sus colores apagados y la iluminación sombría que evocan la incertidumbre y el peligro. Burger no rehúye del uso de la cámara en mano, un recurso que añade dinamismo y acercamiento a la acción, pero también puede resultar ligeramente forzado en algunos momentos. Lo que realmente destaca es la habilidad de Burger para construir un ambiente de suspense palpable, incluso cuando la trama parece moverse a un ritmo pausado.
Gene Hackman, en un papel que le sienta a la perfección, ofrece una actuación magistral. Su interpretación de Robert Clayton Dean es hipnótica. Nos presenta a un hombre aparentemente normal, un abogado de éxito con una vida familiar aparentemente feliz, pero que, al sumergirse en la investigación de la muerte del congresista, comienza a desmoronarse bajo el peso de sus propios secretos y la creciente certeza de que está siendo manipulado. Hackman transmite con sutileza la angustia, la desesperación y la creciente locura de Dean, mostrando un arco de personaje complejo y profundamente conmovedor. El resto del elenco, que incluye a Josh Lucas, Alison Lohan y Stephen Lang, cumplen con sus roles, aunque no alcanzan el mismo nivel de impacto que Hackman.
El guion, adaptado de una novela de Stephen King, presenta un argumento intrigante y lleno de giros. La trama, aunque compleja, se desarrolla de manera relativamente clara, aunque a veces se pierde un poco en detalles y la exposición de información. El conflicto central reside en la duda constante sobre la verdadera identidad de Robert Clayton Dean y sus motivaciones. La película explora la idea de que la memoria es falible y que la verdad puede ser moldeada y manipulada para servir a intereses específicos. Si bien la premisa central es atractiva, el guion a veces recurre a elementos clichísticos del género thriller político, y algunos de los momentos de intriga no llegan a resolverse de la manera más satisfactoria. Sin embargo, el potencial de la historia es innegable y, en última instancia, la película plantea preguntas interesantes sobre la naturaleza de la justicia, el poder y la responsabilidad.
Nota:** 7/10