Enredos de sociedad (2001)

“Enredos de sociedad” (Enredes de sociedad) es una comedia dramática que, a pesar de sus ideas centrales, no logra alcanzar la complejidad y la profundidad que promete. La película, dirigida con una elegancia visual discreta por parte de Robbie Lerner, opta por un tono observacional, siguiendo el descenso en la normalidad de dos matrimonios aparentemente estables. La historia se centra en Porter Stoddard, un arquitecto exitoso con problemas de identidad y una relación matizada con su esposa, Ellis, y en Griffin, su mejor amigo, envuelto en un triángulo amoroso que desencadena una serie de consecuencias imprevistas. La premisa, aunque simple, tiene el potencial de explorar temas universales como la crisis de la mediana edad, la infidelidad, la amistad y la búsqueda de la felicidad, pero se ve a veces sofocada por una ejecución que, a pesar de sus momentos buenos, carece de mordacidad y un verdadero empuje narrativo.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Peter Dinklage, en el papel de Porter, ofrece una interpretación contenida pero convincente, transmitiendo con sutileza la angustia y la frustración de un hombre que se siente perdido en la rutina. Su caracterización es impecable, reflejando la profesionalidad de un hombre que ha logrado el éxito, pero que internamente se siente vacío. La química entre Dinklage y Mary Lynn Rajskub, que interpreta a Ellis, es palpable, dotando a sus momentos de intimidad de una cualidad realista. Sin embargo, el desarrollo de las personalidades de los personajes secundarios, especialmente los de Mona y Griffin, es superficial, limitando su impacto emocional. El personaje de Mona, en particular, se siente estereotípico y su drama, aunque presente, carece de resonancia.

El guion, en mi opinión, es el punto débil de la película. Si bien presenta situaciones cómicas y momentos dramáticos, la trama se mueve con lentitud, sin construir un ritmo convincente. Las conversaciones, aunque a menudo ingeniosas, se sienten forzadas y carecen de la naturalidad que podría haber enriquecido la historia. El conflicto central, la infidelidad de Griffin, se resuelve de forma apresurada, evitando profundizar en las motivaciones y las consecuencias emocionales de la acción. El enfoque se centra más en la descripción de las vidas de los personajes que en el desarrollo de la trama, lo que resulta en una experiencia visualmente agradable pero emocionalmente desconectada. Las reformas arquitectónicas de Porter, mencionadas en el resumen, se presentan como un elemento recurrente, pero su significado simbólico y su impacto en la narrativa son mínimos.

A pesar de sus fallas, “Enredos de sociedad” posee un cierto encanto visual y cuenta con actuaciones dignas. La dirección de Lerner es elegante y la banda sonora, discreta pero efectiva, contribuye a crear una atmósfera melancólica y reflexiva. No obstante, la película no logra conectar verdaderamente con el espectador, debido a un guion frágil y a un ritmo pausado que, en definitiva, resta interés a la historia. Es una película entretenida, pero carente de la profundidad y el impacto que merecía su premisa.

Nota: 6/10