Enterrando a la ex (2014)

“Enterrando a la ex” es una película que, a primera vista, parece un concepto demasiado rocambolesco para funcionar. Sin embargo, se revela, sorprendentemente, como un ejercicio de terror psicológico con un toque de comedia negra que logra enganchar al espectador gracias a una dirección cautivadora y a un guion que, si bien a veces se inclina por la pretensión, ofrece momentos genuinos de brillantez. Jesse Livermore, en su debut al frente de la dirección, demuestra una habilidad notable para crear una atmósfera cargada de tensión latente, utilizando el color, la iluminación y el sonido para amplificar la sensación de incomodidad y la creciente locura de su protagonista.

El núcleo de la película reside en la actuación de Paul Rudd como Max, un hombre solitario y taciturno que se debate entre el dolor del pasado y la posibilidad de un nuevo amor. Rudd ofrece una interpretación magistral, logrando transmitir tanto el cinismo de un hombre al que la vida le ha quitado la ilusión, como la vulnerabilidad y el miedo a ser herido de nuevo. Su Max no es un héroe; es un hombre normal, con defectos y con una incapacidad para lidiar con sus emociones. La química con Awkwafina, quien interpreta a Olivia, es palpable y contribuye a la dinámica de la película, ofreciendo un contrapunto refrescante a la melancolía general. La antagonista, interpretada por Catherine Zeta-Jones como la difunta Evelyn, es el verdadero motor del conflicto. Zeta-Jones, con un maquillaje y una caracterización impecables, redefine el concepto de villana vengativa, transformando la muerte en una amenaza persistente y profundamente perturbadora. Su Evelyn no es simplemente una entidad espectral buscando venganza; es una presencia que se alimenta del dolor y la soledad de Max, intensificando su sufrimiento.

El guion, a pesar de contar con una premisa bastante audaz, experimenta momentos de debilidad. Algunas de las explicaciones sobre la naturaleza del "regreso" de Evelyn se sienten algo forzadas y carecen de profundidad. Sin embargo, la película se salva gracias a su capacidad para generar sus propios misterios y su insistencia en mantener al espectador en vilo. La película no ofrece respuestas fáciles y se centra en explorar la naturaleza del dolor, la culpa y la obsesión. La narrativa, aunque a veces lenta, recompensa la paciencia del espectador con giros inesperados y un final que, aunque no necesariamente satisfactorio, es honesto y coherente con el tono general de la historia. La atmósfera, construida a base de silencios, miradas furtivas y una banda sonora inquietante, es el verdadero protagonista de la película.

En definitiva, “Enterrando a la ex” es una película original y estimulante, que desafía las convenciones del género y ofrece una reflexión inquietante sobre la complejidad de las relaciones humanas y el peso del pasado. Aunque no sea perfecta, es una experiencia cinematográfica que se queda en la memoria y que invita a la reflexión.

Nota: 7/10